Con Trump ¿dónde jugarán los niños?

Jun 21, 2018

Trump y los republicanos abogan por los valores familiares, pero en realidad no le importa privar de la libertad y sus padres a niños que cometieron el "error" de cruzar la frontera.

Con Trump ¿dónde jugarán los niños?

El slogan de Trump, ese «Make America Great Again» siempre apeló a ese Estados Unidos blanco, en el cual las otras razas estaban condenadas a formar parte de la base de la pirámide y a no tener los mismos derechos de los primeros. Eso explica que su gobierno no haya tenido ningún empacho a separar a los niños de sus padres. 

Las imágenes y videos que circularon por las redes sociales donde había niños enjaulados cubiertos con hojas de aluminio dentro de un almacén o un recinto que había sido abandonado por Wal Mart en Texas son muy crudas. Esas imágenes, que causaron una gran indignación, evocaron a muchos (yo incluido) imágenes de eventos pasados que ya creíamos superados. Pero los seres humanos podemos llegar a ser tan imbéciles como para volver a repetir la historia. 

A Trump se le debe de llamar por lo que es: un fascista, cosa que los medios de comunicación en Estados Unidos temen hacer. Pero este tipo de medidas no permiten categorizarlo de otra forma. 

Trump se excusó en la «falta de efectividad y debilidad de los demócratas» con respecto a la seguridad fronteriza. Dijo que era tiempo de «cambiar las leyes» pero no hay ninguna ley que requiera la separación de familias, fue la decisión de la administración Trump de hacerlo. La mayoría de los estadounidenses (incluyendo algunos republicanos) reprueban estas medidas, pero hay quienes, como el fiscal general Jeff Sessions, tienen el empacho de citar la Biblia para justificar estas políticas al decir que «se debe obedecer la ley porque Dios lo ha ordenado con el propósito del orden», un argumento que se utilizó constantemente incluso por los esclavistas de Estados Unidos

Muchos padres que cruzan la frontera con sus hijos o familia están siendo deportados sin ellos. A los padres los regresan mientras sus hijos permanecen confinados en jaulas donde pasarán meses o años sin que sus padres los puedan ver o recuperar. Los padres tienen dos opciones: que los niños queden bajo custodia de algún familiar en Estados Unidos (evidentemente que resida de forma legal) o que sean regresados a las autoridades del país que provienen (no con sus padres), pero en la práctica esto no siempre sucede así ya que debido a «cuestiones burocráticas» los niños permanecerán detenidos meses o años. 

Quienes son más afectados naturalmente son los niños. Estos niños seguramente terminarán con severos trastornos psicológicos al haber sido separados de sus padres y ser recluidos en una jaula donde lo único que tienen a la mano son botellas de agua, bolsas de papas fritas y telas de aluminio, donde se encuentran junto con personas desconocidas, donde se sienten inseguros y lo cual seguramente les afectará demasiado en su desarrollo psicoemocional. Seguramente estos niños desarrollarán fuertes trastornos de ansiedad, un escaso control del manejo de sus emociones e incluso podrían llegar a sufrir problemas psicóticos como esquizofrenia en los casos más extremos. No solo los están separando de sus padres, literalmente casi están cancelando su futuro.

¿Cuál ha sido la respuesta de las autoridades mexicanas? indiferencia. No hemos visto una postura enérgica de nuestras autoridades, de hecho, Enrique Peña Nieto no ha hecho declaración al respecto y Videgaray lo hizo tarde:

Parece que Peña está más preocupado por su pellejo y sus intereses en las elecciones que por la forma en que están siendo tratados los niños que migraron de nuestro país y que están sufriendo, lejos de sus padres, por las políticas inhumanas de Donald Trump, quien, seguramente ante la presión y el alto costo político que estas políticas le estaban acarreando, firmó una orden ejecutiva para terminar con la política de separación de familias (que él mismo se sacó de la manga). 

Trump nos enseñó que los seres humanos podemos ser lo suficientemente estúpidos como para retroceder a un oscuro pasado que ya había sido superado.