Y de pronto, todos se convencieron de que AMLO era bueno

Feb 1, 2018

Cada vez son más los que dicen súbitamente que López Obrador ya no es un "peligro para México". Ahora le aplauden y AMLO les ofrece un espacio en su proyecto.

Y de pronto, todos se convencieron de que AMLO era bueno

Foto: Jabaz

Padece de una profunda ceguera quien ignore que parte del poder político y hasta económico de México está comenzando a ser atraído hacia el astro llamado MORENA. Dicen que si no puedes con tu enemigo te le unas, y parece que eso es lo que muchos están dispuestos a hacer. Cálculo político, le llaman.

Posiblemente Germán Martínez tenga razón en su polémica columna, al hacerse la pregunta de que si el miedo a la presidencia de López Obrador tiene más que ver con el pánico a perder los privilegios para cosechar dinero al amparo del poder. Dudo mucho que la mayoría de los políticos esté más preocupada por los peligros que López Obrador pudiera representar para el país que los que representa para sus intereses, y la muestra es la súbita conversión de varios de ellos. Cambian el discurso no porque «se hayan dado cuenta que tenían una idea errónea de AMLO» (es más, tal vez algunos de ellos ni pensaban que el tabasqueño fuese un «peligro para México») sino porque quieren mantener sus privilegios intactos o, al menos, mantener algunos de ellos. 

Cambian su discurso porque López Obrador les ha abierto la puerta, porque tanto ellos como AMLO han encontrado un punto de coincidencia. Los políticos «bendecidos» cambian su discurso para mantener sus privilegios políticos y AMLO los acepta porque le es rentable como estrategia electoral y política de cara a las elecciones que vienen: los suyos verán las nuevas «contrataciones» con recelo pero no le retirarán su voto (e incluso harán contorsiones intelectuales para justificarlo), los demás verán a un AMLO más pragmático y con una mayor capacidad de negociar, lo cual le ayuda a reducir sus negativos. 

Que varios políticos teman que AMLO llegue para que pierdan sus intereses no implica que el gobierno de AMLO vaya a navegar en la honestidad y ni siquiera que vaya a combatir la corrupción. Es algo iluso pensar eso, más con los movimientos que ha está haciendo últimamente. AMLO no parece que vaya a combatir el sistema, lo único que va a cambiar son las personas que van a vivir de él. Es decir, con su triunfo habrá un cambio de élites mayor que el que generaría un triunfo del «Frente por México» por razones más que obvias (aunque conforme pasa el tiempo, parece que el tamaño de ese cambio será más pequeño). Por eso le temen, porque muchos de los políticos actuales perderán sus privilegios y serán reemplazados por otros, no porque AMLO vaya a terminar con el sistema que garantiza dichos privilegios. Mientras no haya un cambio institucional de fondo, esto seguirá sucediendo en menor o mayor medida independientemente de quienes estén ahí.

Y cuando hablamos de cambios institucionales, López Obrador no propone nada. Basta con su bondad y su honestidad para que «todo se contagie». 

Las nuevas «adquisiciones» de López Obrador decidieron que hacer campaña contra el tabasqueño y esperar a que no gane podría ser menos rentable a unirse a su proyecto con el fin de preservar sus intereses políticos. Esto ocurrió por varias razones: porque dentro de su partido no les iba a tocar «tajada», porque más bien va de salida, o porque nadie más estaba en condiciones de hacerle una oferta como la que les ofreció el tabasqueño. Varios de ellos quieren mantener su cuota de poder y quieren seguir vigentes dentro del mundo de la política. 

Dicho todo esto, lo más que parece ofrecer AMLO es un cambio parcial y cosmético con relación a los integrantes de la clase política, no uno estructural que resuelva los vicios de fondo. Por el contrario, pareciera que es él el que concentraría la mayor cantidad de poder y que los demás; para mantener sus privilegios, le rendirán pleitesía. No se tratará de ser corrupto o no, sino de alinearse a la figura del tabasqueño. Si se corrompen, ya habrá forma de justificarlos. Al final del día se trata de seguir haciendo la misma política y de reproducir los mismos vicios pero con algunas otras personas (y las que saltaron a su barco).

Porque si todos ellos fueron capaces de decir que era un «peligro para México» para poder mantener sus intereses, también son capaces de cambiar su discurso para mantenerlos, aunque López Obrador fuera un «peligro para México».