2018, Black Mirror y cuando la tecnología conquiste a la raza humana

Ene 1, 2018

Inicia el 2018 y qué mejor que reflexionar sobre la inteligencia artificial y cómo es que esta ya está cambiando la forma en la que llevamos a cabo nuestras vidas.

2018, Black Mirror y cuando la tecnología conquiste a la raza humana

Imagen: Netflix

Los avances tecnológicos moldean las estructuras sociales. Lo hacen porque precisamente por medio de la tecnología aspiramos a cambiar las dinámicas sociales de tal forma que obtengamos un beneficio (ya sea a nivel individual o colectivo). Pero inclusive los avances tecnológicos y científicos tienen la capacidad de modificar las estructuras sociales de una forma más profunda e inesperada, ya sea para bien o sea para mal. 

La forma en que nos relacionamos con los demás, los avances de los derechos de la mujer (que difícilmente serían entendidos sin aquellas tecnologías que relegaron a la fuerza bruta como medio de producción en favor del razonamiento y la inteligencia) la creación de riqueza, la educación o las formas de intercambio de información están fuertemente determinadas por los avances tecnológicos. Somos más dependientes de nuestras propias tecnologías de lo que queremos aceptar, la mayor parte de nuestras actividades cotidianas tienen una estrecha relación con ellas. Si prescindiéramos de ellas nos encontraríamos solos ante un entorno salvaje donde los animales volverían a ser una amenaza para nuestra supervivencia. Posiblemente, al no estar adaptados a un mundo primitivo, sucumbiríamos.

Black Mirror hace una crítica un tanto fatalista de nuestra dependencia con la tecnología en un futuro próximo. Ese fatalismo no es un defecto de la serie, porque no pretende hacer un pronóstico muy objetivo y acertado de lo que pasará (además de que es imposible hacerlo). Por el contrario, es un acierto ya que trata de resaltar los escenarios más negativos (que no dejan de ser posibles) de tal forma que podamos reflexionarlos y evitar caer en ellos. 

Black Mirror no va muy lejos, rara vez aborda aquel mundo después de la singularidad tecnológica (cuando las máquinas rebasen en inteligencia a los seres humanos) y tal vez su éxito radique en ello: que el mundo distópico que presenta es bastante próximo al mundo actual que hace que la gente se sienta identificada con este. Una persona podría pensar sin ningún problema que en unos años o décadas cuando todavía se encuentre viva y le falte vida por vivir podrá ser alcanzada por un mundo distópico parecido.

Los escenarios que aborda la serie se ubican más bien en una etapa anterior en el tiempo, más cercano al nuestro; en la cual el individuo ha adquirido una dependencia todavía mayor de la tecnología, donde la inteligencia artificial es mucho más sofisticada, pero donde el humano todavía la domina. Todos los capítulos de la cuarta serie (tal vez podríamos discutir si en el capítulo de Metalhead ya se ha rebasado o no) se ubican en ese contexto: la tecnología está ya muy impregnada en el tejido social pero el humano todavía tiene la capacidad de apagarla.

La serie no plantea lo que ocurrirá después de la singularidad, sino que intenta exponer los riesgos que los avances tecnológicos podrían tener sobre los humanos ya que estos seguirán modificando y manipulando las estructuras sociales y de convivencia. En Black Mirror vemos una capítulo donde una hija agrede violentamente a su madre porque ella tenía tenía la capacidad, por medio de una tecnología, de violar su intimidad. En Hang the DJ (nombre que toma de la letra de una canción de The Smiths) vemos como la inteligencia artificial ha avanzado al punto de crear una distopía que es en realidad una suerte de mundo virtual que trabaja por debajo de una aplicación parecida a Tinder. 

Lo que muestra Black Mirror puede ponerles la piel de gallina a muchos, pero los avances en inteligencia artificial actual ya pueden sonar un tanto escalofriantes. Por ejemplo, los buscadores como Google o Youtube ya no utilizan algoritmos (que son pedazos de código que tienen instrucciones precisas que se deben seguir una y otra vez) sino redes neuronales que aprenden solas y que toman decisiones por su cuenta. Así trabajan las recomendaciones de Youtube, por medio de un mecanismo que va aprendiendo y perfeccionando sus funciones con el tiempo sin intervención humana para mostrarle al usuario recomendaciones más atinadas de acuerdo con su historial. Siri, la aplicación del iPhone funciona de la misma manera y también el portal Cleverbot donde un usuario puede tener una conversación bastante fluida con una inteligencia artificial que va aprendiendo y haciéndose más sofisticada a través de todas las conversaciones que tiene a través del tiempo. 

El escepticismo sobre la inteligencia artificial ha venido aumentando en la medida en que esta comienza a ser más sofisticada y cuando, a través de nuestra experiencia, podemos ser capaces de observar como modifica las dinámicas de convivencia (eres testigo de ello en tiempo real si estás leyendo este artículo en una reunión donde todos están pegados a sus teléfonos inteligentes). La singularidad tecnológica no es algo que tampoco se encuentre ya demasiado lejos e incluso varios expertos vaticinan que esta podría darse en el transcurso de este siglo (aunque hacer un pronóstico así es algo bastante complicado, incluso para los más doctos en la materia). Filósofos como Nick Bostrom han escrito sobre cómo esta podría desarrollarse y las medidas que el ser humano podría tomar para evitar, en la medida de lo posible, que las maquinas terminen conquistando o incluso aniquilando a la especie humana. 

La singularidad, dice Bostrom, no es algo que ocurrirá de forma paulatina. Considera que, cuando la inteligencia artificial llegue a ese punto, esta podría llegar a crecer de forma exponencial e incluso llegar a dominar a la especie humana apenas instantes después de haber alcanzado dicha singularidad si no se toman las medidas necesarias. Si la inteligencia artificial ya está afectando la forma de hacer política, después de la singularidad la inteligencia artificial podría terminar modificando cualquier forma de relación humana de forma radical y en un periodo de tiempo muy corto.

Black Mirror apenas parece ser una probada de ello. La serie más bien narra, desde una postura pesimista, la continuación de algo que ya está ocurriendo. La inteligencia artificial pretende mejorar la vida de los seres humanos, pero pocas veces nos paramos en seco para reflexionar en los «efectos colaterales» que esta puede tener: si Facebook nos ayuda a mantenernos en contacto con nuestros seres queridos pero a la vez es capaz de provocar adicción e incluso trastornos mentales cuando se abusa en demasía de la red social, entonces muchas formas de inteligencia artificial podrían tener efectos secundarios que sean adversos. Si la robotización ayuda a proveer de mejores productos y servicios también podría hacer desaparecer muchos empleos. 

Si la inteligencia artificial se desarrolla a pasos agigantados, entonces habría que ser más precavidos, incluso con las propuestas para ponerle candados y restricciones para evitar efectos colaterales. Un claro ejemplo es el UBI (Universal Basic Income o Ingreso Básico Universal) que se propone que todos los individuos reciban cuando las máquinas ya hagan todo el trabajo que antes hacían los seres humanos. Suena muy atractivo, pero pocos se han puesto a pensar que, cuando un gobierno no obtiene recursos del trabajo de los seres humanos, este suele ser más autoritario y hasta despótico con ellos (prueba de ello son los regímenes que obtienen la mayoría de sus ingresos de los recursos naturales en vez de los impuestos).

Hay mucho que pensar, hay mucho que reflexionar. Por eso es que se agradece la existencia de series de Black Mirror, aunque dibuje un mundo bastante pesimista y que ciertamente tiene como fin el entretenimiento, pero que logran plantear algunas preguntas importantes dentro de la opinión pública. Porque si bien los científicos, los filósofos y demás expertos estarán mejor preparado para contestarlas, también es importante que la gente de a pie comience a reflexionar.