AMLO contra Meade. Técnicos contra rudos

Dic 5, 2017

Meade se preocupa por la técnica y por la estrategia. AMLO improvisa y no cuida sus palabras. Esto podría tener un efecto en el resultado de la elección.

AMLO contra Meade. Técnicos contra rudos

La izquierda mexicana tiene un serio problema, el cual explica, yo creo, por qué ha sido incapaz de llegar al poder.

Y es que, si bien se presume experta para emitir diagnósticos, es tremendamente torpe cuando se trata de presentar proyectos, propuestas o metodologías.

Muchas personas detestan la figura del tecnócrata. El tecnócrata es frío, calculador, lo suficientemente técnico para interpretar las circunstancias del individuo por medio de un número o una métrica. 

Pero los tecnócratas son el ejemplo de que del otro lado sí están haciendo su chamba. Son técnicos con posgrados en otros países que si algo saben hacer es desarrollar estrategias, diseñar programas específicos y ejecutarlos. Uno no siempre podrá estar de acuerdo con lo que hacen pero saben lo que hacen (y aún sabiendo aquello que hacen pueden ser susceptibles a caer en errores).

El tecnócrata es pulcro, cuidadoso, se apega a una metodología, respeta la formas, cuida bien lo que dice, entiende que una causa tiene un efecto específico.

La izquierda no tiene algo parecido, no tiene técnicos ni especialistas en la materia que logren hacer un análisis exhaustivo del diagnóstico hecho para que, con base en éste, se presente un programa, una metodología específica que resuelva la problemática. Incluso en la forma en que ambas partes hacen demagogia queda patente este contraste:

Por ejemplo, el lema que usa José Antonio Meade es «voy a convertir a México en una potencia mundial». La frase es muy demagógica (porque evidentemente en un sexenio no se puede convertir a un país en una potencia), pero la intencionalidad de esa frase es clara: generar una percepción tal en el electorado para que se decante por Meade (el futuro promisorio en vez del riesgo populista). Por eso es que esta frase, aunque muy mentirosa, no genera ruido. El peor escenario es que no genere efecto alguno, pero no le bajará puntos al candidato.

Pero por otro lado tenemos a López Obrador diciendo que le ofrecerá amnistía al narcotráfico. La propuesta es muy demagógica también, pero dicha frase refleja su desconocimiento sobre el tema y queda más al descubierto cuando, al siguiente día, analistas y expertos en la materia la desmenuzan y la critican. No sólo es lo absurdo de la propuesta, sino que el electorado percibirá que Obrador es un hombre improvisado y poco preparado. Si dice puras ocurrencias, dirán, es porque está improvisando; y alguien que improvisa, sobre todo cuando aspira estar a cargo de un país, es alguien poco confiable. 

Lo veremos con el tiempo. Las propuestas de Meade seguramente serán muy conservadoras e incluso maquillarán algunas pensando en que, de ser presidente, deberá «salvaguardar» los intereses de quienes lo pusieron en el poder. Si a Meade le preguntan por la corrupción, se saldrá, como ya lo hace, por la tangente e intentará, como buen técnico, dar una respuesta ambigua para desviar el tema. Pero dicha ambigüedad estará bien preparada, ya habrá ensayado dentro del cuarto de guerra con sus asesores qué respuesta corresponde a qué pregunta. Si lo acusan de esto, responderá esto. Intentará, en la medida de lo posible, no decir ocurrencias. 

Con López Obrador esta dinámica será muy diferente. Las propuestas ya las vimos en su proyecto de gobierno, el cual tiene muchísimas deficiencias tales como errores de redacción, argumentos mal fundamentados y un largo etc. De igual forma es muy descuidado con su habla, no mide bien las consecuencias de aquello que quiere decir, tan solo las dice porque las quiere decir. Así, AMLO tropieza una y otra vez consigo mismo. Mientras López Obrador no analiza las consecuencias de sus palabras, en el cuarto de guerra de enfrente ya planean estrategias para propiciar que López Obrador caiga más. 

Nadie se preocupa porque Meade proponga convertir a México en una potencia mundial. Muchos se preocupan por la propuesta de AMLO de amnistiar a los narcotraficantes. Desde el cuarto de guerra del PRI, los bots aprovechan el desliz para magnificarlo y a veces sacarlo de contexto al decir que pactará con el narco para que financie su campaña. 

Pongo otro ejemplo: López Obrador dice que si él no es corrupto, todo su gobierno será honesto. ¿Qué percepción deja dicha afirmación? Que está sustentando su proyecto en ocurrencias imposibles de llevar a cabo, otros advertirán un tufo autoritario en la frase. Algo así como «El Estado soy yo» de Luis XIV.

La candidatura de Meade sugiere algo parecido: «como la gente nos ve a los priístas como una bola de corruptos, pongamos a alguien que no es priísta y presuma un perfil honesto, o al menos lo parezca para que la gente piense que su gobierno se basará en la rectitud». El argumento es parecido, pero cómo se plantea es muy distinto. El PRI no dirá que es honesto, Meade se limitará a presentar sus credenciales y evadirse cuando le pregunten sobre la corrupción del partido que lo postula. Otra vez, el peor escenario es que la estrategia no tenga efecto alguno. 

López Obrador tiene la ventaja de ir arriba en las encuestas y de ser más carismático que el candidato del PRI. Ciertamente, en una elección como esta, un perfil bajo como el de Meade podría no ser el más adecuado. Pero apelando a la capacidad técnica del uno y a la discapacidad técnica del otro, Meade podría, al menos, intentar trabajar sus desventajas, mejorar su discurso para escucharse al menos un poco más enérgico. Seguramente lo hará. Es un técnico y entiende que una causa determinada genera un efecto determinado. Lo que es dudoso es que López Obrador trabaje en las suyas, él cree que siendo como siempre es basta, que no hay que cambiar nada. Así, esa ventaja natural que tiene López Obrador sobre Meade, podría reducirse.

Peor aún para López Obrador es que la gente termine apostando a lo seguro, y cuando sucede eso, quien gana es el técnico.

Yo no sé quien vaya a ganar en 2018, yo no sé si a Meade le vaya a alcanzar. Lo cierto es que la técnica de Meade puede ser un factor clave en las elecciones entrantes, así como la rudeza y la improvisación de López Obrador.