NXIVM, Emiliano Salinas, y la guerra de las ideas tras bambalinas

Oct 21, 2017

El caso de NXIVM y Emiliano Salinas no sólo tiene que ver con mujeres tratadas como ganado, sino con imposiciones ideológicas dentro de la cultura.

NXIVM, Emiliano Salinas, y la guerra de las ideas tras bambalinas

Fotografía tomada de The New York Times

En esta semana, The New York Times publicó un artículo polémico, donde aseguró que una organización (más bien secta) liderada por Keith Raniere llamada NXIVM marcaba mujeres como si se trataran de ganado. Dicha organización está vinculada con Emiliano Salinas (hijo de Carlos Salinas de Gortari) quien tiene vínculos con esa organización a través de un programa de superación personal llamado Executive Success Program y que trabaja tanto en Estados Unidos, como en México y Canadá. Dicha organización, a través de Mark Vicente (según narra León Krauze) vino a México a filmar una cinta llamada Encender el Corazón, en la cual participa el activista Julian LeBarón, y la cual tenía la intención de «despertar al país de su apatía frente a la criminalidad». 

La opinión pública se volcó sobre el hecho de que esta secta marcara mujeres (lo cual evidentemente es algo grave) y que Emiliano Salinas tiene nexos con ésta. Pero no se habla tanto del papel y el objetivo al que aspira dicha organización dentro de las sociedades donde se encuentra establecida. Su propósito es, parece ser, ejercer influencia sobre las élites. ¿Con qué propósito? con el fin de promover una serie de preceptos filosóficos e ideológicos. 

No soy de las personas que piensan que el mundo está dominado por un selecto grupo oculto o unos pocos como algunos afirman. Más bien pienso que nuestra civilización es una especie de arena donde existe una constante batalla ideológica (la cual puede pasar advertida por quien es ingenuo), y esto ocurre porque las ideas generan poder, y una forma de ejercer poder es estableciendo una doctrina ideológica. 

A través de la historia, las doctrinas y las corrientes de pensamiento (sean religiosas o ideológicas) se han establecido de dos formas: la primera es aquella que se ha instaurado a través de las guerras, golpes de Estado y conquistas: la cultura que gana la guerra busca imponer su cultura a aquella que la pierde. La segunda se establece de una forma más progresiva y tiene que ver más con la evolución de una sociedad determinada: ese fue el caso de la Ilustración que fue más bien producto de los avances científicos y el progreso del hombre, del poder blando que naciones ejercen sobre otras (a través de la cultura o medios de comunicación) o incluso producto de discusiones académicas o intelectuales. Immanuel Kant decía, dado que quería conservar su fe, que la Ilustración debería «adoptarse de forma progresiva». Eso fue básicamente lo que ocurrió. 

Las dos formas modifican los equilibrios de poder dentro de una sociedad dada, algunas corrientes u organizaciones adquieren más poder mientras otras lo ven disminuir. Pero la diferencia estriba en que la primera forma lo hace de una manera intempestiva destruyendo la estructura social para ser sustituida por otra, por lo cual tiene más posibilidades de crear regímenes opresivos (necesita de un Estado o ejército muy fuerte u opresor). En tanto, la segunda no destruye la estructura social, sino que la va modificando con el tiempo (lo cual, es básicamente lo que sucede dentro de las sociedades occidentales), los equilibrios de poder van modificándose por el tiempo pero no se hace de forma abrupta, por lo cual es muy difícil que un tirano pueda acapararlo todo. 

Las dos formas no son mutuamente excluyentes. Es decir, una «revolución ideológica o de pensamiento» puede contener un poco de la primera forma y otro tanto de la segunda. Que tanto tenga de la primera o de la segunda determina si genera cambios abruptos o progresivos. 

Quienes aspiran al poder por medio de un orden de ideas no son necesariamente quienes crean las revoluciones ideológicas: Rousseau nunca propuso una revolución sangrienta como la que llevó a cabo Robespierre, quien, influido en las ideas del filósofo francés, instauró el terror en Francia para deshacerse de sus opositores. Seguramente Marx nunca imaginó que sus ideas derivarían en una dictadura tan totalitaria y sangrienta como la Rusia de Stalin o la China de Mao, ni imaginaba que así se manifestaría la «dictadura del proletariado». Los marxistas esperaban en un inicio que la revolución se diera de forma más bien progresiva, como consecuencia del «fracaso del capitalismo». Dicho fracaso nunca llegó y en un segundo intento buscaron establecer el comunismo por medio de guerras y golpes de Estado. 

Imponer una doctrina ideológica es una empresa muy complicada. Lo es porque eso significaría romper los cimientos de las estructuras sociales que sostienen a determinadas sociedades y cuyo sistema de valores y principios dan sentido a la vida de las personas que habitan en ellas. Dichas estructuras no son estáticas sino que van renovándose de forma progresiva con el tiempo para sobrevivir y evolucionar. El individuo se enfrenta constantemente a lo desconocido (a lo novedoso) y lo va adoptando dentro de las estructuras ya existentes. Como afirma Jordan Peterson, una sociedad estática y rígida que nunca se enfrenta a lo desconocido se estanca y se degenera mientras que una que se expone demasiado y niega las estructuras sociales corre el riesgo de sumirse en el caos.  

Confrontar el orden social con lo desconocido de forma moderada es algo muy saludable para las sociedades, porque así se van perfeccionando y evolucionando. Hemos visto, por ejemplo, que dentro de nuestro sistema de valores occidentales hemos agregado el tema de los derechos de la mujer o de las minorías. Hoy, una mujer, una persona afroamericana o un homosexual tienen mayor reconocimiento y aceptación en la sociedad que nunca (aunque en muchos casos no sea suficiente). Aunque también es cierto que existen corrientes que influyen dentro de estas causas (sobre todo en los últimos años) que buscan tornarse un poco más intempestivas o abruptas, buscando «deconstruir» el orden social en vez de implementar cambios o mejoras dentro del orden de las cosas ya existente. Aunque claro está, no al grado de promover guerras o regímenes dictatoriales.  

Hitler y Stalin lo entendieron muy bien, y para poder instalar su régimen totalitario pulverizaron y fragmentaron el tejido social hasta lo más profundo, rompiendo incluso vínculos familiares, para dejar al individuo desamparado con una severa crisis existencial. Así, sumido en la ansiedad, el individuo vio en el nuevo régimen la mejor alternativa para volver a aspirar a una suerte de equilibrio psicológico.

Ante un mundo cada vez más pacífico y donde el costo de involucrarse en una guerra es mucho mayor al beneficio, se han buscado otras formas de promover, e incluso imponer, doctrinas ideológicas o corrientes de pensamiento para acaparar poder sin tener que derramar sangre o involucrarse en un conflicto internacional. Un claro ejemplo son este tipo de sectas u organizaciones. 

¿Qué es lo que buscan sectas como NXIVM (o Nexium)? Lo que buscan es adoctrinar a individuos pertenecientes a las élites (dado que por su condición privilegiada son quienes tienen mayor capacidad de ejercer influencia sobre el resto de la sociedad), porque de esta manera, a través de las ideas, aspiran a acaparar poder. El método aquí no es tanto progresivo sino más bien intempestivo, porque aunque no modifican el ethos de la sociedad de golpe (básicamente porque no tienen la capacidad de hacerlo), sí buscan destruir las estructuras de pensamiento de los individuos que ingresan a estas organizaciones para ser suplantadas por otras nuevas (a menos que la filosofía anterior del individuo coincidiera demasiado con la de la organización). 

Por lo que se sabe, dado que es una organización secreta, no se puede conocer la filosofía que promueven del todo, sino sólo a través de testimonios e información disponible. Según algunos testimonios, NXIVM promueve un culto al dinero y a la acaparación material. En su página web, esta organización habla más bien poco de lo que realmente es y explica su filosofía más bien de manera ambigua. Parece que se presentan como racionalistas:

The less factual data with which we sustain our opinions, the more likely we may become invested in them; the more invested we are, the more our disputes on differences of opinion are likely to escalate. Disagreement soon begets conflict, and conflict soon begets war.

Pero dentro del supuesto racionalismo (basado en datos objetivos) que promueven en este argumento, se logra respirar una suerte de pensamiento único y sectario (el cual no se define bien). La frase dice que por menos datos objetivos se utilicen, más serán las disputas y diferencias de opinión, y que las diferencias de opinión generan conflictos, y los conflictos generan guerras. A pesar de presumirse como racionalistas, rompen con el concepto de la democracia, donde en democracia el conflicto de ideas es deseable. 

Así, la organización de Keith Raniere busca «reprogramar» a las élites con una forma de pensamiento que no conocemos a la perfección, de tal forma que cuando salgan y ocupen puestos dentro de empresas, en el gobierno o incluso dentro de organizaciones civiles, propaguen las ideas de Raniere como ciertas y absolutas. De esta forma, buscan influir en la cultura, y lo hacen también a través de filmes como Encender el Corazón, o por medio de personajes clave como Emiliano Salinas para que propague la doctrina dentro de las élites mexicanas. Por ejemplo, la empresa Anima Inc, una empresa que sigue la filosofía de Keith Raniere, fue quien organizó el desfile del Día de Muertos de 2016 y 2017, así como las ceremonias de los Juegos Panamericanos de Guadalajara 2011 y los Centroamericanos de Veracruz en 2014.

Habría entonces que preguntarnos hasta qué grado este tipo de organizaciones buscan influir en nuestra cultura para perservar o modificar corrientes de pensamiento. No es un secreto que varias organizaciones, tanto progresistas como conservadoras, buscan ejercer cierta influencia dentro de nuestra sociedad. Los primeros lo hacen a través de los medios de comunicación y el lobbying en gobiernos y organismos internacionales, los últimos lo hacen educando a las élites en escuelas confesionales (como ocurre con los institutos del Opus Dei y los Legionarios de Cristo). Pero en el caso de organizaciones como NXIVM, a diferencia del modus operandi de las organizaciones que acabo de mencionar, buscan despersonalizar al individuo y reprogramarlo con una corriente de pensamiento que no podemos conocer del todo porque tampoco conocemos del todo la forma en que busca implantarse. 

¿Qué tanto poder y alcance tienen estas organizaciones? ¿Qué tanta influencia ya han ejercido sobre empresas y gobiernos de los países en los que se encuentran? Estas son preguntas serias que nos deberíamos hacer. Porque si bien, es natural que haya quienes busquen ejercer influencia dentro de la sociedad, es indispensable saber quienes son y cómo lo hacen. Que esto se haga desde la secrecía puede ser algo muy peligroso.