La teoría de la tolerancia

Ago 21, 2017

En medio de una sociedad cada vez más polarizada, es indispensable revisar la forma en que los individuos interactuamos para crear una sociedad más tolerante y armónica.

 

La teoría de la tolerancia

A raíz de la grosera relativización que hiciera Donald Trump sobre la violencia de los supremacistas blancos se ha hecho un acalorado debate sobre si a los nazis y a los blancos supremacistas deberíamos colocarlos a la derecha política o a la izquierda, como atreven hacer algunos por el término «nacionalsocialista», término que fue más bien producto de una estrategia para atraer a los obreros a su movimiento. En realidad, a pesar de que el nazismo buscó, en un principio, tener una retórica de izquierda, sus acciones fueron más bien de «derecha».

A pesar de ser un movimiento ateo (lo cual debo señalar en tanto se suele asociar a la derecha con la religión), el nazismo (porque el fascismo como tal en Italia o en España sí llegó a tener una relación estrecha con la Iglesia) tiene que ver más bien poco con la justicia social y mucho con mantener un status quo basado en la superioridad racial, la expansión de sus territorios (el espacio vital) y la consolidación del capital, donde la empresa privada estaba permitida en tanto estuviera alineada con el Estado (a diferencia de los regímenes comunistas donde era más bien poseída por el Estado).

En la práctica hemos visto que cuando un individuo se inclina mucho hacia la derecha, comienza a adoptar algunas creencias fascistas, en tanto que quien se inclina muy a la izquierda comienza a adoptar ideales marxistas. Así también, dentro de los partidos de derecha, las células radicales (dentro de partidos que como tal no lo son) tienden hacia el fascismo (por ejemplo, en México los simpatizantes nazis suelen encontrarse más bien en el PAN o en alguna otra organización de derecha). 

Se dice que lo ideal es un justo medio, que la política no debe estar muy cargada a ninguno de esos dos extremos. Pero también es cierto que en la práctica ese justo medio no es algo estático ni un pensamiento único, sino que producto de la suma de la interacción de varias corrientes (que se ubican en la derecha o en la izquierda).

Pero hoy me quiero enfocar en el ámbito social y hacer el tema económico a un lado.

Y con ámbito social también me refiero al rol que juegan los individuos. Ciertamente un partido político que presuma estar cercano al centro puede corromperse e incluso incurrir en prácticas autoritarias, pero la siguiente definición que hago tiene que ver un poco más con el rol de la sociedad y no tanto de los partidos en sí.

Empecemos pues, con lo que he decidido llamar la teoría de la tolerancia

Dentro de la mayoría de los esquemas de espectros ideológicos se propone la vertiente liberalismo vs conservadurismo. Pero yo he decidido no hacerlo así, y he preferido emular, de alguna forma, el concepto de moral de Aristóteles con relación a las virtudes y a los vicios en la que la virtud es el medio y los vicios son los extremos para así tratar de aplicarlo dentro del espectro político dentro de su vertiente social. Por ejemplo, para Aristóteles una virtud es la amistad, la cual se encuentra en el punto medio; el odio se encuentra en un extremo, y la adulación en el otro.

De la misma forma, yo podría decir que la democracia es una virtud en tanto que el ultraconservadurismo o el fascismo son defectos y el progresismo radical es un exceso (o bien, se puede hacer el mismo ejercicio a la inversa). El ultraconservadurismo usa la coerción para mantener el estado de las cosas en tanto que el progresismo radical también es coercitivo cuando se trata de promover cambios radicales.  

La democracia liberal, por el contrario, cree en la libertad y que mediante el diálogo, el debate y el consenso, la sociedad puede ir construyendo y reformando el estado de las cosas. 

Si en el mundo dominara el conservadurismo, la especie humana se mantendría estancada y no avanzaría, además de que se perpetuarían las injusticias y la inequidad. En cambio, si en el mundo dominara el progresismo radical, se generaría un estado de caos donde el individuo no tendría ninguna base ética ni moral sobre la cual sostenerse. 

Con la siguiente imagen, se puede entender mejor el esquema que propongo. A diferencia de las virtudes de Aristóteles donde uno es amistoso o aduloso a la vez, con las corrientes políticas el punto medio abarcaría no sólo un punto, sino todo un tramo de la franja. Explicaba que no se trata de un pensamiento único, sino que el punto medio es producto de la interacción de corrientes políticas que se contraponen entre sí.

Dicho esto, el liberalismo (lo que entendemos por democracia liberal y no tanto lo que se entiende por liberalismo en Estados Unidos) no sólo es un punto que se encuentra en el medio, sino que es capaz de abarcar parte del espectro político en el que pueden caber el progresismo moderado y el conservadurismo moderado. Slavoj Zizek sugiere que el punto medio (lo que llama el centro radical) está carente de ideología y es apolítico. Aquí no lo considero así, el punto medio es más bien consecuencia del jaloneo entre conservadores y progresistas. Es decir, es el justo medio al que se suele aproximar el estado de las cosas producto de dos batallas políticas.

No debemos aspirar a un pensamiento único que se inserte en el justo medio, hacer eso implicaría una paradoja dado que el pensamiento único es por definición antidemocrático. También hay que señalar que los individuos (en gran medida por su temperamento, pero también por su experiencia de vida) suelen ubicarse en uno de ambos espectros ideológicos, lo cual no sólo es natural, sino que es deseable. Por ejemplo, las personas de izquierda suelen ser creativas pero no son muy hábiles para implementar sistemas porque están acostumbradas al cambio y no al orden; y por otro lado, las personas de derechas son poco creativas, pero sí son hábiles cuando de implementar sistemas se trata porque están acostumbradas al orden y no al cambio. No es coincidencia que empresas como Google o Facebook tengan una tendencia progresista, ni que las empresas financieras suelan ser más bien conservadoras.  

Pero hablamos de que el progresismo y el conservadurismo deberían mantenerse dentro de lo que consideramos una democracia liberal. Cuando las corrientes políticas se mantienen dentro de ella, el estado de las cosas suele inclinarse hacia el punto medio (como si fuera una campana de Gauss), y cuando se concentran fuera de ella, suelen más bien polarizarse. En el primer estado, las distintas facciones son capaces de llegar a consensos, en la segunda se polarizan y atrincheran y apelan a un discurso de odio que justifica la radicalización de la contraparte cayendo así en un círculo vicioso: 

Entendemos que quienes se inserten dentro de la democracia liberal podrán tener muchas diferencias ideológicas, pero también comparten algunas similitudes que les permiten estar dentro de lo que llamamos democracia liberal y son las siguientes:

  • Creen en el debate como mecanismo para resolver conflictos.
  • Creen en la libertad de expresión.
  • Respetan la independencia de la ciencia con respecto de las doctrinas ideológicas.
  • Creen que una sociedad con diversidad de opiniones es deseable.
  • Respetan la libertad del individuo y no utilizan la coerción para llegar a sus fines. 

Eso no implica que sus peticiones deban ser timoratas. Algunas pueden llegar a ser un tanto radicales, pero siempre se deben insertar en la lógica de la democracia liberal donde se respeta la integridad del otro. 

De esta forma, podemos analizar si los canales de comunicación, la forma en que hacemos política y nos organizamos, contribuyen a la polarización; o bien, a llevar al estado de las cosas cerca del justo medio. Por ejemplo, podríamos pensar que gracias a Internet, que almacena información de las distintas corrientes ideológicas, el individuo estaría expuesto ante contenidos diversos lo cual lo haría una persona más abierta y tolerante. Pero en ocasiones ocurre lo contrario: por medio de las cámaras de eco que se forman en las redes (que suelen mostrar a los usuarios los contenidos que les interesan) los usuarios suelen más bien atrincherarse, lo que fomenta la polarización.

A continuación muestro algunos roles que suelen tomar las 3 posturas que he mencionado con respecto de distintos temas. Ciertamente, una persona puede no compartir todos los rasgos propios de una postura pero sí tenderá hacia una. Recordemos que aquí hablamos meramente del ámbito social. Hay quienes, por ejemplo, pueden considerarse de izquierda en el ámbito económico mientras que en el social suelen ser más bien conservadores:

La democracia liberal asume que el ser humano es digno, valioso y es libre. También asume que la democracia es conflicto y que el disentimiento es esencial, que no se trata de un pensamiento único, pero que sí debe coincidir en el respeto al prójimo y a sus libertades. Es válido que los conservadores, dentro de una democracia liberal, vivan plenamente sus creencias religiosas y se sientan inspirados por ellas, de la misma forma que es completamente válido que los progresistas utilicen la teoría crítica para analizar las condiciones de inequidad que existen en la sociedad. 

Y para terminar, debo de decir que más que como una referencia para elegir el voto en las siguientes elecciones, esto que acabo de explicar debería funcionar más bien a nivel individual y colectivo. Que el individuo, preocupado por la creciente polarización política cuestione si es tolerante con la demás personas, o por el contrario, suele relegar a quienes no piensan como él. Este esquema puede servir incluso para revisar nuestras conductas en redes sociales y en las discusiones en la sobremesa. La radicalización no sólo no construye una sociedad incluyente, también puede hacernos perder amigos y seres queridos.