AMLO, y cómo analizar a los políticos de forma objetiva. O tratar, al menos

May 28, 2017

Cuando se habla de política, se habla de la manipulación mediática. Por eso es que es la razón y no las emociones la que debe predominar al hacer un juicio.

AMLO, y cómo analizar a los políticos de forma objetiva. O tratar, al menos

Algo que he repetido hasta el cansancio es que hay una campaña que tiene como fin evitar que López Obrador llegue a la presidencia.

En realidad no se trata solamente una sola campaña sino varias, llevadas a cabo por distintos actores y que buscan distintos fines. Existen quienes, desde la clase política, pretenden que no llegue AMLO porque su llegada puede implicar cierta irrupción dentro de la estructura política (lo cual puede comprometer sus intereses).  Por otro lado, existen quienes tienen la sincera preocupación de que el tabasqueño pueda significar un riesgo para el país, o hay quienes tienen las dos motivaciones al mismo tiempo y buscan a través de redes sociales, columnas o spots, alertar sobre la llegada del tabasqueño al poder. Estas campañas se irán intensificando conforme se acerque el día de la elección del siguiente año. 

Dada la existencia de estas dos corrientes, algunos consideran que la diferenciación es una tarea difícil. Esto pasa cuando se hacen juicios a los periodistas, opinadores o intelectuales opuestos a López Obrador. Los más férreos opositores pueden creer que los de la primera campaña (los que tienen un interés) forman parte de la segunda (los que tienen una genuina preocupación), mientras que con sus fieles seguidores ocurre lo contrario, e incluso de forma más determinante: cualquiera que se oponga o critique a López Obrador es parte de una conspiración de la «mafia del poder». 

En un ambiente deliberadamente polarizado tanto por AMLO como por sus decractores, los actores aspiran a que los individuos tomen una de esas dos posiciones mencionadas, y que desde estas emitan un juicio (predecible por definición). Entendiendo que lo opositores y los simpatizantes ya lo son y difícilmente cambiarán de opinión, buscan que los independientes (quienes determinarán el resultado de la elección) tomen una de ambas posturas.

Es decir, quieren evitar que los individuos analicen y tomen posturas «desde fuera» (porque las pasiones provocan que los individuos tomen posturas más determinantes e irracionales que si lo hacen por medio de la razón), y eso es lo que trataré de hacer por medio de este artículo. 

La campaña más visible es la primera, la de los partidos o políticos tradicionales que no quieren que López Obrador llegue a la presidencia porque temen que con su llegada, los intereses y los acuerdos pactados puedan romperse (porque con la llegada de AMLO se pactarían otros donde muchos de ellos ya no formarían parte). Desde esta campaña es donde se han publicado los videos de Eva Cadena y se ha insistido en la supuesta relación de López Obrador con Javier Duarte, o ahora, con Elba Esther Gordillo.

Los opositores difunden y promueven insistentemente los contenidos donde se intenta exhibir a López Obrador, mientras que los simpatizantes insisten en frenarlos y aseveran que es irresponsable compartirlos porque buscan, dicen, manipular a la población. En realidad, las dos partes buscan manipular asumiendo que el individuo es tonto y carece de criterio propio.

Los primeros promueven esos contenidos asumiendo que los consumidores son ingenuos y se la van a tragar toda, y que van a creer todo aquello que sea mentira. Los segundos no sólo temen la ingenuidad (y así, que crean sólo lo que es manipulado), sino que por medio del buen juicio puedan discernir aquello que es verdad de entre lo que es «manipulado o premeditado» y que afecte a la imagen de su candidato, en este caso de López Obrador. 

Como buen ejemplo de lo que digo, veamos el siguiente video:

https://www.youtube.com/watch?v=C-ECqw56Jr4

¿Es José Cardenas parte de la campaña mediática partidista en contra de Obrador y es un pasquín pagado o es un periodista que, desde sus posturas políticas personales o desinteresadas, detesta a López Obrador? En realidad esa respuesta no la sé, en parte porque no conozco mucho a este periodista (aunque de lo poco que le conozco siempre lo recuerdo como un individuo que siempre ha sido beligerante con el tabasqueño).

Pero responder esa pregunta no importa tanto para lo que quiero ilustrar. Lo que sí es evidente es que José Cárdenas fue muy parcial en su entrevista e intentó exhibir a López Obrador como el epítome de la corrupción. Los seguidores de López Obrador recomiendan no propagar esa entrevista porque es un acto de manipulación; pero a pesar del evidente sesgo, yo no estoy de acuerdo con esa petición, hacerlo sería asumir que el individuo es necesariamente tonto y que carece de criterio propio. 

José Cárdenas le dice a López Obrador: ¿Estás manchado de huevo o estás manchado de corrupción? Esta pregunta por sí misma exhibe la tesitura con la que se conducirá la entrevista. Cárdenas insistirá en que López Obrador es corrupto, dirá algunas verdades, medias verdades y otras que son mentiras. 

En la entrevista el espectador tiene dos tareas: comprender la subjetividad del entrevistador, pero a la vez, entender que esa subjetividad no necesariamente anula la validez de todo aquello que se expone en la entrevista. Bajo este entendido, sería tonto decir: «me he dado cuenta que José Cárdenas es parcial, voy a dejar de ver el video o voy a ignorar todo lo que contiene porque es un acto de manipulación», afirmar eso sería un acto de pereza mental, o incluso, una muestra de la inseguridad que el sujeto tiene sobre su propia capacidad intelectual para hacer razonamientos propios.

A pesar de que el entrevistador está evidentemente sesgado y que su postura no sólo está sesgada, sino que lo está deliberadamente (ya sea por cuestiones personales o por un interés), hay mucha «tela de donde cortar» para poder hacer un análisis del tabasqueño.

Por ejemplo, la reacción de López Obrador ante un entrevistador no es algo «manipulado» en tanto que se trata de su reacción natural ante un contexto dado. Así como se les dice a las mujeres que analicen el comportamiento que su prometido tiene con su madre porque éste es un reflejo del comportamiento que tendrá con ella en el matrimonio, también la reacción de los políticos ante determinados contextos cuando están en campaña son reflejo de las reacciones que tendrán y las relaciones con diversos actores. Así, la reacción de Peña Nieto en un contexto adverso, cuando se escondió en un baño para evitar a los alumnos que lo cuestionaron, fue muy ejemplar para mostrar la relación que tiene, en la práctica, con la prensa opositora y con quien no simpatiza con él: Peña Nieto se esconde, no da entrevistas, no sale a escenarios donde el público no está controlado, y de una manera silenciosa lleva a cabo actos de censura selectivas para que pasen desapercibidas (como ocurrió con Ferriz de Con y posteriormente con Carmen Aristegui).

De la misma forma, el comportamiento que López Obrador tiene con los entrevistadores, con quienes lo cuestionan y con quienes no tanto (porque hasta con éstos resbala) habla mucho de la forma en que podría gobernar. 

En la entrevista con José Cárdenas, López Obrador exhibe rasgos autoritarios. El candidato tiene el derecho a discrepar con la actitud del entrevistador e incluso hacerle notar su postura parcial, pero lo que importan son los «cómos»: Por ejemplo, que López Obrador le exija hacer buen periodismo (quien debería hacer esa exigencia es el público y no el político), y que al final con un tono casi amenazante y déspota le diga «serénate, serénate».

De igual forma, podemos ver a un López Obrador que exhibe un ego desmedido al exhibirse como determinadamente honesto («Hay aves que cruzan el pantano y no se manchan, mi plumaje es de esos»), como poseedor de la razón y la verdad. De igual forma, ante la incapacidad de elaborar argumentos en el instante recurre a clichés gastados (la mafia del poder, soy peje pero no lagarto, la moronga azul de la monarquía -para referirse al PAN-), cuya repetición ad nauseam ha generado un efecto en sus más fervientes seguidores, quienes repiten las mismas frases para elaborar sus argumentaciones. Insisto en que la reacción per sé no es manipulada porque muchos de estos rasgos se repiten en la reciente entrevista que tuvo con Carmen Aristegui, quien lo abordó desde un postura más objetiva (donde AMLO le sugirió, entre broma y no tanto, que no se pusiera al servicio de Miguel Ángel Yunes, su adversario), y donde de la misma forma exhibió (incluso con mayor insistencia) este tipo de rasgos y características exhibidas con José Cárdenas. 

Que un elemento sea negro no significa que su opuesto sea blanco. Que lo que él llama «mafia del poder» (esa clase política, que tampoco está muy lejos de poder considerarse mafia) se sirva a sí misma, no implica que AMLO servirá a sus ciudadanos. Que esa misma mafia pretenda evitar que AMLO llegue no implica que López Obrador sea bueno. Esos ejercicios maniqueos son una trampa mental producto de la pereza intelectual. Si el individuo quiere hacer un juicio certero (o lo más aproximado a ello) tiene que analizar a los elementos de forma aislada y separarlos de aquello con lo que busca oponerse. De la misma forma, en vez de negarse a ver «contenidos manipulados» o a hacer juicios a priori al momento de notar el sesgo, deberá aprender a «leer entre líneas» y entender el contexto, para que de acuerdo a éste pueda hacer un juicio objetivo. 

Posiblemente mis lectores no lleguen a la misma conclusión que a la que yo llego. Posiblemente en donde yo vea autoritarismo ellos vean determinación, o donde yo veo un ego desmedido ellos vean ideales. Se vale y todos tenemos derecho a hacer nuestra propia interpretación, pero lo que tenemos que evitar es que las pasiones desmedidas y nuestras posturas eviten que pensemos y ejercemos el uso de nuestra razón.