Una sociedad democrática no se puede entender sin una prensa libre y abierta. La prensa no sólo es indispensable para poder informar y ayudar a los ciudadanos a formarse una opinión, sino que sirve como contrapeso a los poderes tradicionales: ante el abuso de poder, debe haber un medio que lo exhiba.
La prensa, al contrario de lo que muchos piensan (que dicen que los medios deben ser objetivos, lo que en realidad significa que deben ajustarse a su orden de creencias), debe ser ideológicamente diversa. Las distintas corrientes políticas deben estar representadas en los medios de comunicación y todos deben tener voz. Si hay algo peor que una prensa maniquea o sesgada, es que ésta no exista. Incluso, cuando la prensa en su conjunto es capaz de representar a las distintas facciones políticas logra así ser un contrapeso de sí misma. De este modo, ningún medio puede monopolizar la información.
Comúnmente se dice que el principal enemigo de la prensa es el gobierno. La afirmación es casi una obviedad si hablamos de la prensa opositora o independiente (porque no toda la es), pero no es el único enemigo. Organismos privados con suficiente poder económico se pueden volver adversarios de la prensa. Y desde luego, no podemos olvidar al crimen organizado.
En general, el crimen organizado y el gobierno (en ese orden) son los responsables de que en México la libertad de prensa esté comprometida. La mano del gobierno se hace patente dentro de los medios más mainstream, es decir, la televisión abierta, y de alguna forma en algunos medios impresos; esto mientras que dentro de los medios digitales hay una mayor apertura y representatividad (son más difíciles de controlar). Ciertamente, la «mano del gobierno» dentro de los medios tradicionales no tiene ni de lejos el tamaño que tenía con la casi absoluta monopolización de la información que ostentaba para que todos los medios hablaran bien del régimen. Con el narco, en cambio, cualquier medio que tenga influencia corre un riesgo a la hora de hacer una denuncia o exhibir un problema. También el castigo para sus denunciantes es mayor (la muerte) que el que el gobierno propina a quien se atreva a exhibirlo.
Para que México se convierta en ese país que todos queremos ver, necesitamos una prensa libre. Las restricciones a la libertad de prensa hablan mucho de la dinámica del poder, donde unos pocos (gobernantes, narcotraficantes) acumulan una considerable cantidad de poder, el cual no está puesto al servicio de la comunidad, sino a su propio servicio. El acecho del narcotráfico a la prensa refleja la incapacidad del gobierno para combatir el problema; el acecho del gobierno a la prensa sólo es reflejo de su opacidad y de la corrupción que practica.
Así como hemos visto un crecimiento de organizaciones civiles y de canales para la participación ciudadana, hemos visto cómo la prensa, en calidad y en cantidad, ha mostrado una evolución, lo cual es muy patente en los medios independientes. El problema no tiene que ver tanto con su estructura sino con los agentes (narcotraficantes, gobernantes) que buscan intimidar a la prensa, y que son la razón de que en los rankings de libertad de prensa salgamos mal parados.
Es decir, un ciudadano de clase media ya tiene varias opciones para informarse, pero posiblemente algunos de esos medios decidan no abordar ciertos temas (como el de los cárteles de la droga) o lo hagan de una forma «prudente» para no meterse en problemas. Así, ser periodista en México puede ser considerado muy riesgoso y son sólo aquellos que están casi dispuestos a dar su vida los que se atreven a «meterse hasta la cocina». Eso es lo que hizo Javier Valdez, quien ya no se encuentra con nosotros.
En este entendido, tendríamos que preocuparnos por garantizar la libertad de prensa mexicana, la cual, además de sufrir los embates antes ya mencionados, también padece las mismos problemas que la prensa internacional donde el modelo de negocio para algunos medios se ha vuelto obsoleto y por lo cual han tenido que recurrir a otras formas de financiamiento (incluso, pidiendo a sus suscriptores que colaboren voluntariamente). La prensa es indispensable para que un país funcione bien, tenga instituciones sólidas, y garantice las libertades a sus ciudadanos. Quien intenta acechar la prensa no sólo intenta ir contra ella, también va en contra de la ciudadanía al restringirle varias de sus libertades.