Últimamente he escuchado por ahí propuestas para eliminar exámenes de admisión en las universidades públicas para que cualquier persona pueda cursar una carrera y pueda aspirar a una mayor movilidad social, es decir, que pueda aspirar a una mejor posición social y un mejor ingreso. De esta forma, se dice, más estudiantes pueden entrar a la universidad y entonces más personas suben de posición social y ¡vualá! Este país se va directo al desarrollo.
Suena fantástico, pero esta propuesta en realidad es muy engañosa, demagoga y contraproducente.
En realidad los filtros son necesarios. Quienes son más inteligentes, preparados, y quienes le echaron más ganas al estudio, deberían tener prioridad sobre los que hicieron de la preparatoria una extensión de los fines de parranda. Las universidades privadas utilizan estos filtros, generalmente aplican exámenes de admisión y también llevan a cabo una entrevista con el director de carrera afín. Las universidades públicas también manejan exámenes de admisión lo que está muy bien, pero dan pase automático a aquellos que estudiaron en sus preparatorias, sin importar el promedio o el desempeño, cerrando las puertas a quienes estudiaron en otra institución y se desempeñaron mejor.
En todas las universidades de todos los países utilizan estos filtros. En Estados Unidos, un filtro importante es el GRE, el GMAT o el SAT, que es algo así como el Ceneval, pero más difícil. En el Reino Unido no hay examen de admisión como tal, pero debes tener un promedio mínimo de 8 o 9 en México para poder aplicar. En ambos casos, otro filtro es el statement, que es básicamente es la declaración de motivos por los qué quieres estudiar. En algunos casos ponderan tanto el examen, el promedio y el statement. Así garantizan que quienes estén ahí sean lo más preparados y aptos para estudiar esa carrera. En resumen, se evalúa lo siguiente:. 1.- El desempeño en grados anteriores, 2.- El nivel de inteligencia y razonamiento necesarios para estudiar determinada carrera, 3.- Que aquello que quieras estudiar vaya de acuerdo con tu proyecto de vida y estés motivado a hacerlo.
Ahora, qué pasa si quitamos esos filtros. ¿Mayor justicia social? La respuesta es un rotundo no.
Estamos hablando que quienes van a estudiar, son personas aptas para hacerlo y en teoría están motivados para estudiar y preparados intelectualmente. Los profesores que imparten las clases y los departamentos de carreras que diseñan su plan de estudios dan eso por sentado. Así el maestro prepara sus clases, y la universidad desarrolla sus planes.
Bueno, ¿qué pasaría si al quitar los filtros, permito que varios estudiantes mediocres (en lo intelectual y/o la preparación) entren a las aulas?
El maestro se dará cuenta que varios estudiantes tendrán problemas con el nivel académico y tendrá que «bajar el nivel». Si un maestro de ingeniería se percata que la mitad del salón no tiene la capacidad para entender las ecuaciones cuadráticas, entonces tendrá que optar por utilizar unas más simples. Eso significará que dentro de un salón donde la educación es grupal, los más preparados y aptos recibirán una educación de calidad inferior. De esta forma, estos grandes ingenieros en potencia, no estarán debidamente preparados cuando salgan al mundo laboral.
Es decir, los estudiantes no preparados al entrar a la universidad podrán aspirar a una mayor movilidad social, pero ésta será menor a la que hasta ahora aspiran quienes están lo suficientemente preparados para ser admitidos.
Y efectivamente, esto sucederá a costa de los que están preparados que ahora aspirarán a una menor movilidad social. Es decir, unos suben en detrimento de quienes merecerían subir más. Se privilegia al mediocre sobre el talentoso.
Pero esta no acaba ahí. Tenemos que hablar de las oportunidades que los egresados tienen.
Cuando un individuo sale de la universidad lo primero que hace es buscar trabajo. Incluso muchos de quienes aspiran a ser empresarios primero buscan un empleo para foguearse. Pero el tamaño del mercado es el mismo. El mercado no va a cambiar de tamaño por el número de estudiantes que egresaron, ni los institutos de investigación requerirán más científicos simplemente porque «egresaron más». Entonces, en un «mundo ideal» donde cualquiera puede entrar a la universidad, más personas quedarán imposibilitadas de encontrar un empleo que tenga relación con su carrera. Muchos terminarán haciendo trabajos para los cuales no se requería un grado.
En resumen, esto es lo que pasaría:
Tomando el modelo actual donde las universidades aplican un examen de admisión: dos personas egresan de una carrera universitaria, el mercado ofrece dos puestos para esas dos personas y les otorga un sueldo de $20,000 pesos.
Si eliminamos los filtros en aras de una sociedad supuestamente más justa, ocurrirá lo siguiente: 5 personas egresan de una carrera universitaria, pero el mercado sigue ofreciendo solamente dos puestos, y los otros 3 egresados no podrán ejercer su carrera, por lo cual deberán realizar un trabajo que no les requería un título universitario: i.e. taxistas, vendedores, etc. Pero no sólo eso, como la calidad de la educación bajó para que esta fuera apta para todos los estudiantes y no sólo los más aptos, los egresados salieron con una menor preparación de la universidad, lo cual incidirá negativamente en el sueldo que el mercado ofrece, el cual, en este hipotético caso, será de $15,000 pesos.
De hecho, en una sociedad donde el acceso a la educación está determinado meritocráticamente, quienes no fueron admitidos, recibirán un beneficio indirecto de este modelo porque quienes están en los puestos de mayor valor agregado tendrán la capacidad de aportar más, lo cual incidirá positivamente en la economía de un país. Por el contrario, si quienes están en esos mismos puestos son personas con poca preparación, toda la sociedad en su conjunto saldrá perjudicada.
Para terminar, entiendo la necesidad educación gratuita, de hecho me parece muy bien que por medio de este modelo quienes no tienen recursos económicos tengan la posibilidad de estudiar para que de esta forma el acceso a la educación esté condicionado por el esfuerzo y el talento, y no tanto por el dinero. Pero pensar en que tenemos que abrir la universidad a todos es un contrasentido, porque va en contra de cualquier lógica y le quita el valor agregado que significa estudiar una carrera universitaria. Además, la sociedad seguirá necesitando de albañiles o de conductores de taxis, que son empleos que no requieren de tanta preparación, pero que son al final empleos dignos y necesarios para que nuestra sociedad funcione.