El absurdo de Miss Universo

Dic 21, 2015

Miss Colombia seguramente se encontrará muy triste, por algunos minutos había acariciado la gloria. El conductor del programa no leyó bien la tarjeta y pidió disculpas, pero el daño estaba hecho.

El absurdo de Miss Universo

Pero la belleza es un accidente.

Así como lo digo, la belleza en su mayor parte viene dada por la configuración de los genes. Una menor parte, sí, viene dada por el cuidado que haga la persona de su cuerpo. Pero si la genética no ha sido complaciente con ella, no hay nada que se pueda hacer.

En este sentido, concursos como los de Miss Universo premian a la genética, a una casualidad. Las participantes llevan regímenes de alimentación y ejercicio estrictos, pero estos lo llevan todas y de alguna forma todas cumple dicho régimen a cabalidad. Basta ver sus cuerpos para llegar a la conclusión de que todas se han tenido que alimentar bien.

Entonces lo que queda es el carisma y sobre todo, la belleza. El carisma no es algo que se pueda poner a concurso, éste está dado por un sinfín de procesos que la mujer ha tenido que vivir durante su vida, y en cierta forma (sobre todo lo que toca a su temperamento) de nuevo, por los genes. Está esa otra parte donde a las mujeres se les enseña a tener porte y a saber caminar en la pista (o a disimular su falta de carisma con una artificial sonrisa), tal vez esto es lo único que se podría considerar digno de concurso, pero es tan sólo una pequeña parte.

Se premia a la mujer como un objeto digno de ser calificado, se le califica con base en sus atributos físicos. Un concurso de este tipo no se podría equiparar, por ejemplo, con otro donde se premie al mejor pintor; porque en el caso de Miss Universo, la mujer no es el pintor sino el cuadro; y el cuadro no tiene mérito alguno, no se pintó sólo aunque a la mujer se le puede agradecer haber cuidado su figura y haber hecho lo propio con su rutina, como si hubiéramos agradecido al cuadro por conservar en buen estado su lienzo para que el pintor plasmara ahí la obra. Pero la corona no se le entrega a los genes, o a Dios. Se le entrega a la obra.

Y con todo el respeto, una mujer no es un objeto.

Al ver la escena donde le retiran la corona a la colombiana que creyó ser la ganadora por unos pocos minutos, pienso en los méritos. ¿Cuál es el mérito de una Miss Universo? La colombiana o la filipina quien terminó siendo, a la postre, la ganadora, llegaron ahí en gran medida por un accidente genético.

No sólo eso, una Miss Universo no podría considerarse la persona más bella del planeta porque para entrar a este tipo de concursos, ella eligió entrar al medio para competir, dejando del lado a un sin número de mujeres que podrían considerarse más hermosas que no tuvieron interés en participar y ni siquiera se les vino a la mente hacerlo alguna vez.

Después, las participantes son premiadas como resultado de las calificaciones de un jurado, quien las evalúa con base en un juicio subjetivo. Es decir, el jurado no representa la media de la opinión de los seres humanos que viven en la tierra; si levantáramos una encuesta global, posiblemente arrojaría un resultado diferente a la deliberación del jurado. Luego tendríamos que agregar que el concepto de belleza es diferente en las distintas culturas.

Entonces, por ejemplo, sentirnos orgullosos al ver a Ximena Navarrete (con el respeto que merece ella) ser coronada es casi un absurdo. No estamos premiando mérito alguno, sino más bien un accidente genético. Sí, Ximena se preparó, hizo los regímenes que había que hacer, participó en eliminatorias, pero en ese sentido, todas las concursantes llegan en las mismas condiciones. Es como decir que Guadalajara (de donde es oriunda ella) puede ostentar superioridad sobre las demás ciudades porque se considera cotidianamente que la ciudad tapatía tiene a las mujeres más bonitas. Pero «Guadalajara» ni como ciudad, ni como sociedad, ni como resultado de sus políticas públicas o procesos de desarrollo o innovación obtuvo ese «reconocimiento», sino más bien fue resultado de varios accidentes, tanto genéticos, geográficos, como históricos.

Entonces llegamos a la conclusión de que Miss Universo no es un concurso que tenga que ver con el mérito en su mayor parte, sino con un accidente.

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Y entonces considerar a Miss Universo como el concurso más importante para premiar a una mujer, es asumir la postura sumisa histórica de la mujer. Porque ese premio consta de hacer juicios de valor con base a una accidente y no a un mérito. Se premia a la mujer como un agente pasivo (objeto) y no como un agente activo (iniciativa propia).

Luego entonces, las mujeres ganadoras siguen cumpliendo su papel de objeto. Con su belleza «decoran» eventos importantes donde pululan las élites económicas de las naciones y aparecen dentro de la propaganda mediática. Aunque cierto, no son inexistentes los casos donde deciden dar un paso allá y aprovechan su visibilidad mediática para realizar actividades por iniciativa propia.

El premio más importante para la mujer debería ser alguno donde se premie su iniciativa propia, donde se reconozcan sus méritos. Cierto, los hombres admiramos la belleza de las mujeres, pero eso no es algo que se debiera someter a un concurso, sobre todo porque al final, los juicios que hagamos de la belleza de una mujer son subjetivos, por más estereotipos que los medios nos pretendan imponer.

Las mujeres que deberían de ser reconocidas son aquellas que logran destacar y hacerse un espacio. Aquellas que brillan por su valía, por su esfuerzo, y no por su configuración genética. Una mujer no debería de presumirse como objeto de un concurso o de algún tipo de propaganda (visita a México, nuestras playas, nuestras mujeres), y menos se les debería de exigir un estándar casi inalcanzable de belleza, como si ésta fuera más importante que todos sus demás atributos, provocando en la sociedad un sin fin de mujeres anoréxicas y bulímicas.

Porque al final del día, una mujer es mucho más que una cara bonita y un «cuerpo bien dotado».