Hoy fui caminando a un centro comercial en Guadalajara. Al cruzar una avenida con escaso tránsito, un taxista que se encontraba estacionado aceleró y casi me atropella. Lo miré, y me dirigió una mirada retadora.
Hace unas semanas, caminaba por una banqueta en avenida Chapultepec con una amiga, un taxi estacionado aceleró en reversa y estuvo a punto de atropellarla, después de su error todavía nos mentó la madre.
Ya no puedo relatar como es que los taxistas me cobran de más o alteran el taxímetro porque ya no tomo taxis. En muchos casos son más caros y el servicio es deficiente. No tienen incentivos para ofrecer un buen servicio. Tienen más incentivos para votar por el partido que mantenga sus privilegios.
En las redes hay muchos casos de problemas que ciudadanos tienen con los taxistas. Uno de tantos: Una mujer grabó infraganti a un taxista que se masturbaba viéndola desde el retrovisor mientras la llevaba a su destino.
Un amigo me trataba de contradecir cuando defendía a Uber en las redes, -Es que Cerebro, en Uber no son blancas palomitas. Mi amigo tuvo que hurgar en Internet para mostrarme un caso que ocurrió en la India. Mientras, las redes están abarrotadas de altercados con taxistas en México.
Es simple, el esquema en que trabaja Uber, beneficia de mejor forma al consumidor que el esquema de los taxistas tradicionales. Sobre todo en países como el nuestro, donde los taxistas forman parte de una red de intereses.
No se trata de dividir entre buenos y malos; ni de afirmar que los conductores de Uber son buenas personas, y los taxistas son malas personas. Simplemente el modelo de Uber es mejor para las ciudades que el de los taxis. El modelo en que el taxi opera no fomenta el buen servicio, por el contrario, tienen muchos incentivos para cobrar de más o hasta para agarrarse a golpes con el cliente que no está satisfecho con el servicio.
Si los taxistas tuvieron que comprar placas a un precio alto, no es problema de los consumidores, es un problema que debe de gestionar las autoridades.
Los taxistas afirman que Uber es un servicio pirata cuando hasta hace poco tiempo, poco les importaba que hubieran unidades de taxis pirata en las calles. Simplemente el gremio de los taxis se siente amenazado porque un servicio privado ha sabido satisfacer mejor la necesidad de los consumidores, porque ellos no tuvieron incentivos para mejorar la calidad de su servicio. Eso no es culpa de nosotros los consumidores.
Qué el gobierno defienda a los taxistas es un atentado contra el consumidor. El monopolio de los taxistas existía porque la iniciativa privada no tenía forma de competir. Ahora que la tiene, los taxistas deberían resignarse a coexistir con Uber. En Estados Unidos lo hacen e incluso el usuario puede pedir un taxi normal a través de la plataforma de Uber.
No tenemos nada personal contra los taxistas, lo tenemos contra el mal servicio. Si alguien nos ofrece un mejor servicio, el gobierno no debería meter las manos para prohibirlo a favor de unos pocos que quieren que las cosas sigan igual.
Yo prefiero un conductor que me ofrezca una botella de agua a otro que se masturbe viéndome la cara.