En México no sirve ser honesto

Ene 23, 2015

No sé, no sé que hago escribiendo en este blog. Tal vez estoy perdiendo mi tiempo quejándome de lo que está pasando en este país. Pero sí, si la teoría evolutiva habla de la ley del más fuerte y no de la ley del más honesto; entonces debo de dejar de hacerme tonto y me debo de volver un cabrón, un hijo de puta, porque esos son los que destacan. Porque esos son los que están en la cúpula del poder y los que hacen lo que se les pegue la gana.

En México no sirve ser honesto

Veía el cochecito de Raúl Salinas con el que se paseó en Santa Fe. Un BMW deportivo que cuesta más de dos millones de pesos. Raúl Salinas no trabaja, pero le sabe a eso del poder, tiene influencias, tiene a su hermano. Es un cabrón. Mientras yo pago mis impuestos cabalmente y participo en organizaciones civiles y tengo que contar bien mi dinero, él no hace nada y lo tiene todo. Mi esfuerzo no se ve muy redituado, el poco esfuerzo de Raúl Salinas lo tiene en la cumbre del poder. Supo moverse, supo hacer contactos, supo tener a sus incondicionales, supo traicionar a aquellas personas que sería una gran ventaja traicionar.

Después veo a nuestro Presidente Peña Nieto. Guapo, galante. A pesar de no ser una persona inteligente o culta, es el Presidente de este maldito país. ¿Qué no lo quieren? Les apuesto que Peña se pitorrea sobre las masas, y lo único que le preocupa es que puedan representar un riesgo para la cúpula del poder. ¿Que me tratan como imbécil? Yo los tengo agarrados de los.. ¡A mí esos revoltosos me la pelan! Yo tengo mi casa blanca, mi otra casa en Ixtapan de la Sal, tengo belleza, dinero, un séquito de mujeres de clases marginadas a quienes detesto, pero quienes se masturban pensando en mí y por lo tanto me dan los votos que necesito para mis intereses políticos. Me harán un muñeco y me quemarán, me harán una peñata y me romperán en las posadas, pero apostaré el tiempo y la gente olvidará. Ayotzinapa va quedando en el olvido. Tal vez la historia no me juzgue bien, pero mis millones me darán prosperidad a mí y a mis descendientes.

Luego veo a otras personas que se convierten en líderes mesiánicos con un discurso que raya en las mas insulsas obviedades. Con una inteligencia no muy superior al del galante de Atlacomulco, el eterno Presidente Legítimo López Obrador es adulado por las masas. No será Presidente, pero puede tratar de ser Dios. ¿Y qué ha hecho de su vida? Trato a mis seguidores como botín político, y tal cual predicador, los comparo con la mafia en el poder si dudan de mí tal cual Judas.

Y si los que tienen el poder, las influencias, el dinero no lo hicieron precisamente en un acto de honestidad. ¿Por qué yo tendría que serlo? La honestidad y la humildad es para los débiles. En lugar de estarme quejando, debería engañar a mis lectores y vender artículos a quienes suelten más dinero, para así meterles falsas ideas a la gente (ups, lo dije en voz alta). Si a los del Mitófago les funciona ¿Por qué a mí no?

Debería ser un cabrón, porque en México no hay espacio para personas honestas. En México ser un emprendedor honesto, un periodista, es ser débil. Sólo te adulan los demás débiles, los que se quejan del sistema. No, los buenos nunca ganan, esas son mentiras de películas Hollywoodenses que nos metieron basura en la cabeza, y dicha basura tenía intenciones políticas ocultas. Los malos de la película en realidad son los ganadores, y los buenos son los que se mueren al final. El mundo es de los cabrones, de los que se saben chingar a los débiles. ¿Quiero ser un cabrón o un débil? La respuesta debería de ser obvia.

Debería ser un Salinas, un Peña, un López Obrador, un Azcárraga, un Berlusconi, un Hitler, un Mao. Debería pasar por encima de los demás, debería demostrar que soy más humano que los demás pobres seres estúpidos. Porque gente adulándome por mi dinero o mi poder es mucho más importante que los likes recibidos en Facebook por artículos titulados «Peña Nieto robó…».

Porque le voy a cambiar el nombre a este blog, posiblemente suene muy bien «El Cerebro Tranza».