La corrupción me da Peña

Ago 25, 2014

Recien subí una tabla a la Fan Page de Facebook (que pasé a Excel pero cuya fuente es el Programa de las Naciones Unidas del Desarrollo) donde se muestra como México es el campeón de la corrupción en Latinoamérica, relacionado a las mordidas y a los sobornos. Por ejemplo, el 20% de los mexicanos afirma que algún policía le pidió mordida en los últimos 12 meses. En Brasil sólo el 4% lo afirmó, y en Venezuela 7.8%. En México, el 21% afirma que se justifica pagar soborno, ¡El más alto de Latinoamérica!

La corrupción me da Peña

La corrupción es una clara muestra de que las instituciones no funcionan bien. La gente se corrompe más fácil en un ambiente donde no existe un estado de derecho, e incluso la corrupción es contagiosa: Si las personas perciben que las instituciones funcionan para unos cuantos, tenderán a corromperse de forma más fácil puesto que asumirán que es absurdo respetar la ley cuando esta sirve a unos cuantos, o bien, nadie la obedece. Y eso es lo que pasa con México.

Algunos historiadores afirmaban que México era corrupto porque en tiempos de la Nueva España las leyes eran tan duras que el individuo se acostumbraba a evadirlas. Pero el problema en realidad es más simple, el problema está en las instituciones, en la forma en que está organizada una nación. El ser humano no tiene en sus genes el «chip de la corrupción», se comporta así porque vive dentro de un sistema que la promueve y que le dice que si quiere salir adelante, necesita echar mano de ella. El hombre se adapta a su entorno.

Por eso es simple, pero muy difícil disminuir la corrupción hasta niveles tolerables. Tendría que haber un gran esfuerzo de voluntad de quienes son parte de las instituciones, pero también por parte de los ciudadanos. Esto implicaría cierto sacrificio a corto plazo para obtener un beneficio tangible a largo plazo. Tal vez por esto algunos afirman que la corrupción es algo cultural, porque es tan difícil erradicar que piensan que ya es algo de nosotros.

Pero quienes afirman eso, entre ellos el Presidente Enrique Peña Nieto, no sólo se equivocan, sino que dicha afirmación puede ser usada para tomar una actitud displicente ante el problema de la corrupción: -Ah, es que los mexicanos somos así, desde que nací ha habido corrupción, ya nos amolamos-. Pero las evidencias contrarían a quienes hacen ese tipo de aseveraciones, y una de las más simples es la que hizo León Krauze en ese «ejercicio» donde varios periodistas (alguno de ellos paleros, hasta con toque seductor) entrevistaron al Presidente. Krauze puso el ejemplo de los mexicanos que residen en Estados Unidos, donde ellos respetan la ley, no dan mordidas y no se pasan los altos. También hizo la comparación entre Noruega y Rusia, donde sus instituciones han creado dos realidades diferentes para con el petróleo.

Pero yo voy más allá, libros como Why Nations Fail de Acemoglu y Robinson, y El Manual del Dictador de Bruce Bueno y Alastair Smith, hablan de las diferencias entre los países que son prósperos y los que no lo son. Ambas obras demuestran que dichas diferencias no se deben necesariamente a la cultura sino a las instituciones, y como es que son las coyunturas (como se explica detalladamente en Why Nations Fail) las que van determinando cuales son las naciones que se desarrollan y cuales no, y no es ni la cultura, la geografía o el clima (esto último alguna vez lo llegué a creer debido al orden actual donde los países más desarrollados tienden a ser más fríos y a las afirmaciones que llegó a hacer Montesquieu de ello). Un ejemplo que citaban los autores era la diferencia entre Nogales Sonora, y Nogales Arizona, ciudades vecinas separadas por la frontera que comparten el mismo clima e incluso las dos ciudades son habitadas por personas de origen mexicano, pero cuyos niveles de desarrollo son disimiles.

Pienso que para combatir la corrupción, lo primero que se debe de hacer es reconocer que se trata de un problema institucional, instituciones que sostienen la silla desde la cual se está gobernando, y que no se trata de un problema exógeno. De lo contrario nos auto condenaremos a ser corruptos para siempre, y más si le creemos esa afirmación a un Presidente que afirma que en México todas las denuncias con su debida prueba son resueltas: ¡Por favor!