-Ándele profe, póngame seis, es más, le hago un trabajo extra, le hago una investigación y se lo entrego mañana-. Ese fue el único extraordinario al que me fui en mi etapa de estudiante, era la materia de física en la preparatoria en la cual obtuve un promedio de 5.9. Como mis papás me lincharían si reprobaba, tuve que tomar de mis ahorros para pagar el examen (en realidad no eran muy caros y aunque me hubiera ido a tres, me los hubiera podido autofinanciar). No era un gran estudiante, pero tampoco era de los más burros. Y eso era porque estudiaba las materias que me interesaban y las que no las hacía a un lado y sólo buscaba pasarlas.
Me imagino que ser maestro ha de ser una vocación difícil. No sólo porque esta persona debe de estar apta para transmitir sus conocimientos a los alumnos, sino porque además implica preparar las clases y lograr que los alumnos cumplan satisfactoriamente con el temario. Es difícil, sobre todo en esa etapa de secundaria y preparatoria donde los alumnos son incontrolables, retadores, y si el maestro no tiene el suficiente carácter, puede ser sujeto de varias humillaciones.
Pero el maestro también carga con la responsabilidad de procurar de poner su granito de arena para que los educandos salgan preparados y enfrenten eficientemente la dura vida real. Posiblemente ese semestre de física o matemáticas impartido pueda influir para que el alumno elija su carrera, o bien, pueda entrar en las listas de la universidad donde quiere estudiar.
Para ser maestro hay que tener vocación. Eso es algo que no hemos aprendido mucho en México, por eso es que esos puestos que son una parte importante de la sociedad y el progreso se pueden vender, heredar o pueden estar sujetos a intereses políticos, partidarios o económicos. Un puesto de maestro en México puede servir para no enseñar nada y ganar más que Enrique Peña Nieto. Un puesto de maestro puede servir para chupar dinero del erario. Es como si en una construcción, en lugar de usar la viga como estructura de una obra, se usara para que los constructores puedan hacer una portería para jugar una cascarita, ¡esa construcción se vendría abajo!
Organismos como el SNTE y la CNTE le han hecho mucho daño a la educación usándola como botín político, y delineando una teoría conspirativa podría argumentar que buscan mantener a los alumnos en la ignorancia. Los maestros de la CNTE dejan a los niños sin clases para marchar y pedir peticiones que más que resolver sus problemas (porque tienen y muchos) buscan refrendar el status quo. Aún así muchos los defienden por «enfrentarse al poder» cuando sus líderes los acarrean para mantener sus privilegios.
Uno podría pensar que en las escuelas privadas la realidad es diametralmente opuesta, pero no es así. La educación privada podrá sí, ser algo mejor, pero sigue siendo deficiente. Cualquiera que fue alumno y estuvo en una escuela privada, podrá recordar anécdotas como el profesor al que le regalaron una botella de tequila, o al que se llevaron al table dance con el fin de que lo pasaran de año. También recordarán maestros que sólo iban a desquitar al sueldo.
Pero a pesar de esto, también tuvimos buenos maestros, y en todos estos 15 de mayo, los recordamos. Aquellos maestros que nos enseñaron lecciones de vida, a esos que buscamos para pedir consejos incluso cuando ya no nos daban clases. Esos que se motivan y piensan en que están colaborando de alguna manera en el futuro de sus alumnos. Esos buenos maestros merecen ser recordados en este su día. Esos maestros que dan algo más, esos maestros que rompen con la mediocridad que tiene nublada a la educación del país.