El Gabo, y el fin de los pensadores

Abr 17, 2014

No, no voy a reseñar la historia de Gabriel García Márquez porque les soy sincero, no he leído un libro entero de él. Hace unos años dejé a medias su obra maestra «Cien Años de Soledad». Creo que hay quienes tendrán más herramientas para escribir sobre él, yo me limito a lamentar su muerte y reconocer que ha sido uno de los intelectuales prominentes de América Latina, que a pesar de ser colombiano, los mexicanos lo adoptamos como nuestro.

El Gabo, y el fin de los pensadores

Pero sí puedo hablar de la reflexión que su partida me deja, reflexión que se repite al ver como cada vez más intelectuales mueren sin que haya mucha sangre nueva que pueda relevarlos. Pueden haber muchas explicaciones, algunos izquierdistas podrán aseverar que se trata de ese «neoliberalismo» que convierte todo en objeto de consumo, visión que yo considero limitada. No sé si la natural evolución humana ya no considera tan necesario a los escritores de este calado, o es que como ya todos estamos acostumbrados a leer a los clásicos, que integrar otros nuevos ya sería una calamidad.

Tal vez tenga que ver con la forma en que manejamos la técnica en este punto de la evolución humana. Posiblemente este romanticismo, el análisis de los pensadores sobre la condición humana (que en parte, han dado sustento a la forma en que nos organizamos ahora) termina siendo opaco ante la visión técnica y científica. ¿Por qué esperar que un escritor nos trate de hablar en un ensayo o una novela, por un decir, del egoísmo intrínseco al ser humano, cuando se puede hacer mejor un estudio cuantitativo o un experimento para determinar qué tan egoísta es el hombre?

Esa puede ser una de las tantas razones. Tal vez tenga que ver también la creciente aversión hacia el conocimiento general, donde ahora a los individuos se nos invita especializarnos en un área o materia, ignorando los beneficios que nos da la cultura general (como hace algo así como un siglo lo advirtiera Ortega y Gasset). Hasta cierto grado es buena la especialización, pero no al punto en que todo lo demás se ignore.

Es paradójico que ahora más que nunca el humano goce de un ambiente más propicio para la libertad de expresión, y no sólo eso, sino que tenga tanto conocimiento al alcance de su mano a través de Internet y literatura a un costo módico, y no se puedan forjar nuevos intelectuales. No es que no surjan, sino que nuevos hay cada vez menos y algunos se confundan al ver escritores con un nivel cultural básico, pero con la creatividad suficiente para crear novelas que se conviertan en best sellers, a pesar de su inocuo contenido.

Gabriel García Márquez de alguna forma representó una corriente de pensamiento latinoamericana, algunos, sobre todo en la derecha, fueron críticos, aunque su talento para escribir hizo que incluso ellos sintieran cierta admiración por éste personaje de quien lamentan ahora su muerte. Otros escritores que todavía están con nosotros como Vargas Llosa, o quienes ya no están como Octavio Paz, representaron líneas de pensamiento que fueron fundamentales para entender a la Latinoamérica de hoy. Los intelectuales no sólo son importantes por sus hermosas poesías o sus novelas amenas, sino porque son parte de ese bagaje que conforma el ADN de una nación, región o continente. Los escritores forman parte de la cultura y la enriquecen, su ausencia puede terminar condenando a una cultura a la banalidad y la superficialidad.

¿Quiénes serán los nuevos escritores? ¿Quiénes serán los nuevos Paz, los nuevos Cortázar, los nuevos García Márquez? Es difícil saberlo, tal vez no los haya, o tal vez estén en este momento escribiendo su historia, pero al no haber llegado todavía a la cumbre, no los logramos reconocer. Que descanse en paz don Gabo.