Las barras del futbol, un espacio para el desadaptado

Mar 24, 2014

El futbol es parte de la cultura mexicana, y cierta mayoría de mexicanos tiene predilección por un equipo. Posiblemente el futbol logre neutralizar ciertos impulsos nacionalistas donde el juego parece simular una guerra o confrontación entre naciones (aunque en algunos casos el juego pueda servir de pretexto para respaldar cierto nacionalismo). Ahí están los paralelismos, la cancha es el espacio donde se lleva a cabo la guerra, los espectadores que cargan la bandera de su equipo, que en muchos casos podría pasar por la de un país. Hay ganadores, hay perdedores. Nada más que en esta simulación no hay un riesgo a la integridad de la persona que defiende un color ¿o sí?

Las barras del futbol, un espacio para el desadaptado

Hace no mucho tiempo (menos de 20 años) el futbol era un deporte familiar donde el padre llevaba a sus hijos para ver ganar (o perder) a su equipo predilecto. Pero algunos voltearon a esas coloridas y ruidosas tribunas argentinas y decidieron que «eso» daría más espectáculo al futbol. Nada más que dentro de esos cánticos, luces, y papelitos, se esconden muchas historias de violencia e intolerancia. Los clubes fomentaron esas formas de organización y ahora no saben que hacer con ellas.

El sábado, en el clásico tapatío entre el Atlas y las Chivas que terminó en un empate después de un emocionante juego, la barra de las Chivas del Guadalajara agredió despiadadamente a policías que resguardaban la seguridad de los aficionados. Dos de ellos están en estado grave.

Habría que hacer un análisis del por qué muchos pseudoaficionados se comportan de esa manera. Algunos podrían explicar que esto se debe a que en el país existen muchos problemas y los individuos buscan sacar sus frustraciones de esta forma. Pero este lamentable fenómeno también se puede dar en países desarrollados como el Reino Unido. Podríamos hablar de problemas psicológicos (que seguramente los hay), alienación o enajenación (que un aficionado llegue a ese punto para mostrar su apoyo a un equipo sí o sí es un enajenado) y muchos otros factores. Yo haría hincapié en este último punto, el de la enajenación.

No veo nada de malo que un individuo apoye un equipo, se compre la camiseta, vaya al estadio y grite los goles de su equipo. Que muchos individuos y medios de comunicación utilicen al futbol para distraer a la gente de lo que realmente importa, no implica que ser aficionado sea malo per sé. Por el contrario, se puede ser aficionado y a la vez estar completamente al pendiente de los temas que importan al país. Se puede ser aficionado y ser culto. El problema viene cuando esa afición sobrepasa la línea de la racionalidad y el individuo entrega su ser a un equipo del cual sólo es parte por simpatía. Esta enajenación es reflejo de un trastorno de la personalidad, y es reflejo de una mente que no está sana.

Estos que se dicen ser simpatizantes de las Chivas seguramente tienen problemas, y en muchos casos el entorno que los rodea no es lo suficientemente amigable, con lo cual pueden desarrollar un perfil donde hay mucho resentimiento y donde por conducto de esta enajenación, intentan paliar sus frustraciones en contra de terceras personas. Cierto que no se puede culpar a toda la barra ni pensar que todos sus integrantes son así, pero sí es cierto que estos fenómenos, estos grupos sociales se han convertido en el pretexto para que los desadaptados puedan saciar sus conflictos perjudicando a terceras personas.

No creo que los clubes de futbol tengan capacidad económica como para preocuparse por aquellos motivos (personalidad, problemas sociales) que originan esta violencia, y por lo mismo creo que deberían de limitarse a prohibir la entrada a los estadios a estos individuos, y al menos, regular este tipo de grupos sociales y condicionarlos a que no usen la violencia. Pero sí es un llamado de atención para la sociedad porque es un reflejo de que algo no está del todo bien porque este tipo de personas pueden desatar su ira no sólo en el estadio, sino en muchas otras partes.