Naturalmente como individuos nos desarrollamos y empezamos a cuestionar la forma en que nos comportamos. Nos damos cuenta que de pronto somos más hábiles que otros en algunas cosas, mientras que en otras nos encontramos rezagados. Cuando uno es adolescente está definiendo su personalidad, es la etapa en la cual empieza a construir las bases del individuo que tendrá en un futuro que valerse por sí mismo. y a partir de esta etapa en adelante (porque el que nuestra personalidad sea mejorable, quiere decir que siempre está en desarrollo) muchos le aconsejarán y empezará a analizar como es que su personalidad podrá satisfacer sus necesidades. Pero para eso de pronto se nos enseñan muchos mitos que más que ayudarnos, podrían despersonalizarnos.
Las máscaras.
Yo recuerdo que cuando cursaba la preparatoria nos explicaban sobre lo malo que era usar máscaras. Una máscara nos la explican como un rol, o un papel que juega un individuo ante cierta circunstancia, en el cual presuntamente parecería que estamos ocultando la esencia de la personalidad porque esta la usamos como protección, pero no es así, y no sólo eso, la «máscara» no es mala, más bien la ausencia de ella podría meterte en varios aprietos.
La forma en que me comporto con mis papás, con mis amigos, con la novia, con el cliente, con el jefe, son totalmente diferentes. Si me comportara con mi papá de la forma que me comporto con el cliente, mi papá podría asegurar que soy un ventajoso. Si me comporto con mi novia como me comportaría con mis amigos, podría pensar que soy mal educado -¿Qué onda pinche cabrona, amos a ver la pinche película no?-. La relación que tengo con mi padre satisface necesidades diferentes que la que tengo con mis amigos. El que el cariño que le tenga a mi padre sea igual de real y sincero que el que le tengo a mis amigos, no implica que ambos satisfagan las mismas necesidades.
Uno de los rasgos de la personalidad es la protección. Tengo que proteger mi integridad y una de las características de mis relaciones tienen que ver con la protección. Es por esto que uno no puede ser «uno mismo» en todas las circunstancias. Es de humanos llorar, por poner un ejemplo, pero es cierto que el llanto te puede dejar ver como vulnerable, entonces sabes que puedes llorar con tu mejores amigos, pero no es prudente hacerlo con toda «la bola de cuates». Nuestra personalidad hasta cierto punto es estratégica, porque queremos a través de todos nuestros círculos sociales, satisfacer nuestros intereses y necesidades (necesidad de afecto, filiación, amor) de la forma más óptima. Y sabemos que exponernos sin máscaras (lo cual implicaría sacarte un moco en público como lo haces en la intimidad) más que ser «nosotros mismos» podrá deteriorar nuestras relaciones. Y aquí es donde vamos con el siguiente mito: El ser tu mismo.
Sé tu mismo.
Cuando quieres cortejar a una mujer, cuando quieres que un grupo de amigos te acepte en su círculo social, nos aconsejan que seamos «nosotros mismos». Pero ¿Qué es ser tú mismo? Pregúntale a quien te dio esa sugerencia y te pondrá como ejemplo a una persona que se desenvuelve fácilmente, y debido a esa naturalidad afirmamos que esa persona es «ella misma». En parte es cierto, pero en parte no lo es.
Las habilidades sociales, como la cultura, y como un cuerpo musculoso, se construyen a base de esfuerzo. Cierto que algunas personas debido a factores externos tienden a desarrollarlas más fácilmente que otros. Pero al final del día las habilidades sociales son algo aprendido y practicado. Esta persona la cual aducen que es «ella misma» en realidad es alguien que tiene un buen desarrollo de sus habilidades sociales, por ende confía en ellas, y gracias a esta confianza es que se puede desenvolver fácilmente. Una persona que no tiene habilidades sociales hablará torpemente y con nervio. Tú le sugieres que sea ella misma, pensando como si tuviera un obstáculo para presentarse como lo que él es, pero sabes que él no tiene la capacidad de desenvolverse como la primera persona. En realidad, él es una persona torpe con sus habilidades sociales y es timorato, entonces «ser el mismo» es ser esa persona torpe con esas habilidades sociales. Porque así es él. La diferencia entre ambas personas no es que uno sea «el mismo» y el otro no. La diferencia estriba en el desarrollo de las habilidades sociales.
¿Les ha tocado ver que hay personas que tratan de integrarse y no encajan, se ven falsas y se ven forzadas? Cierto que en algunos casos (los menos) tiene que ver con algún trastorno de personalidad. Pero en realidad la mayoría lo está haciendo bien, está haciendo lo correcto aunque tú pienses lo contrario. Me explico. Este tipo de personas no tiene muchas habilidades sociales, o no tiene habilidades para ciertas circunstancias (una persona popular entre los amigos puede no saber ser vendedor por poner un ejemplo), entonces tiene que practicar para desarrollarlas y no sabe como hacerlo. Entonces la forma para hacerlo es a través de la prueba y el error. Posiblemente contará malos chistes, se dará cuenta de que es lo que no funciona, de que es lo que funciona, y poco a poco se empezará a desenvolver y así se sentirá más cómodo, porque tendrá más conocimiento de sus habilidades y sus capacidades. Y yo sé que es así porque a mí me ha tocado estar en ambos lados. De ser una persona incompetente en lo social, hasta tener las suficientes habilidades para satisfacer mis necesidades sociales y de afecto.
Seguramente habrán circunstancias en las cuales te sientas como un incompetente. A pesar de que seas popular entre los amigos y tus selfies del Facebook tengan mil likes. Imagina que te gusta una mujer a la cual no sabes como abordarla. Te darás cuenta que te sientes como el incompetente que conociste en la preparatoria, y tú mismo te darás cuenta que tendrás que improvisar. Muy posiblemente esa mujer no te haga caso, porque la incompetencia refleja inseguridad. Pero seguramente esa experiencia te ayudará a la hora de conocer a otra mujer con un aspecto similar. De esta forma poco a poco te convertiras en un casanova y abrirás tu agencia de ligue.
No se trata de ser uno mismo. Uno es uno mismo siempre debido a que tratamos de hacer lo que creemos mejor para satisfacer nuestras necesidades sociales. Se trata de adquirir habilidades sociales para sentirnos satisfechos. La confianza en esas habilidades es lo que hace que el individuo se desenvuelva con mayor facilidad y se sienta libre. No se trata de decidir si se es uno mismo o si no, se trata de adquirir habilidades, de aprender, de experimentar, hasta llegar un punto en que no sintamos cómodos y confortables.