La Presidencia no debe de ser para cualquiera

Nov 24, 2013

Varios usuarios se mofaron de un video en Youtube donde aparecía entrevistado el hijo del dueño de la Revista Q (por esa misma revista) con evidentes limitaciones para hablar, con un discurso demasiado simple e ingenuo tratando de convencer a la gente del por qué él quería ser Presidente de la República. Naturalmente el perfil de este joven dista muchísimo de lo que uno esperaría como político. Pero las dolorosas comparaciones de este joven con Enrique Peña Nieto entre los usuarios, no se hicieron esperar.

La Presidencia no debe de ser para cualquiera

Es evidente que esta persona no tiene capacidad para aspirar a un cargo de esta envergadura. Y eso me hizo reflexionar hasta llegar a la conclusión de que La Presidencia no debería de ser para cualquiera. Quienes debieran estar al mando de una nación deberían ser personas excepcionales, que logran sobresalir sobre el individuo común. No por nada Hobbes hacía hincapié en la confianza que debería generar el soberano para que el Estado no se desintegrara. Y es que cuando un Presidente no muestra dotes de excepcionalidad, cuando no tiene con qué ser algo más que un individuo común (que es diferente a cuando un político actúa demagógicamente como «uno más del pueblo» para obtener votos), cuando no muestra talento, las dudas empezarán a ceñir su investidura y los cuestionamientos vendrán.

El hecho de que el famoso sitio de Internet que publica noticias de broma tenga éxito al subir notas cuyos encabezados son «Peña Nieto pidió permiso a la Gaviota para salir a jugar con el granizo» es una muestra del poco respeto que el mandatario genera sobre sus gobernados, y denota limitaciones intelectuales que no se esperarían en una persona con ese puesto. Igualmente el hecho de que López Obrador en el debate electoral no supiera formular una sencilla propuesta económica donde tuvo problemas con las cuentas, mostró al izquierdista como una persona poco preparada. A la panista Josefina Vázquez Mota se le criticaba su poca capacidad de generar empatía hacia la gente.

Una persona que quiera aspirar a un cargo público de esta envergadura debe de ser una persona preparada, alguien que pueda actuar como estadista, y que busque superarse día a día no sólo tejiendo redes políticas, sino aumentando su conocimiento y experiencia. Ciertamente no todos los políticos que hacen carrera pueden aspirar a estudiar doctorados en universidades reconocidas en el extranjero. Muchos han empezado desde abajo y se han formado inclusive en la pobreza. Pero sí es deseable, que de acuerdo a sus capacidades, se intenten superar, que lean, que conozcan las bases de lo que están haciendo (algo de teoría política básica al menos). No se les pide que sean expertos en todas las ramas de gobierno (que para eso se tiene a un gabinete y asesores) pero que sí tengan nociones básicas de las áreas que los involucran como mandatarios.

Platón decía que quienes estuvieran frente al poder deberían ser científicos, filósofos, sabios. Que fueran más inteligentes que los demás, porque de esta forma tendrían la capacidad de gobernarlos. Aunque él veía su utopía desde una perspectiva aristocrática, lo ideal es que en un mundo donde la gran mayoría de las naciones pretenden ser democráticas, quienes tengan la capacidad de ser elegidos por el pueblo para gobernarlos, deben de ser hombres capaces, que comprendan la realidad bajo la que están gobernando, y que efectivamente sean servidores públicos que tienen millones de jefes a los que tienen que rendir cuentas. Y así como cuando un individuo lleva su currículum lo más detallado posible, sus diplomas y reconocimientos para poder ser candidato a un puesto de trabajo, los ciudadanos debemos de pedirles credenciales a los políticos por los cuales votamos, exigirles preparación y no promesas de campaña, aunque estén firmadas por notario.