Un papa americano

Mar 14, 2013

Hay aspectos que no quiero profundizar por desconocimiento. Primero, no conozco bien a Jorge Bergoglio (Francisco I) y lo que sé es en base a la información que he ido recibiendo a causa de su nombramiento. Es un papa americano, es latino, es ¡argentino! y claro, es jesuita. Afirman que es una persona humilde, cercana a los pobres, que su forma de vivir es austera, y le critican un presunto apoyo a la dictadura de Videla, además de su férrea crítica contra los matrimonios entre homosexuales y el aborto. Sinceramente eso es lo que sé. Al ser jesuita uno esperaría que fuera como uno de esos padrecitos progres que te invitan a abrazar los árboles de la Ibero o su equivalente en Guadalajara, el ITESO. No necesariamente tiene que ser así, sobre todo en la gente de ya avanzada edad (esa transición de los jesuitas a la izquierda no tiene tanto tiempo de haberse dado). Como muestra está el jesuita español, Jorge Loring, que de progre, no tiene mucho.

Un papa americano

Dicen que como sea, los jesuitas tienen una visión más amplia de la cosas. Llama la atención que sea Francisco y no Ignacio (referente a San Ignacio de Loyola) el nombre que se ha puesto, relativo a San Francisco de Asís, quien llevó una vida austera como Bergoglio (guardando las distancias claro). Posiblemente con esto se quiera mostrar una nueva cara, un papa humilde, lejano de todas las ostentaciones de la Iglesia que han sido criticadas porque «no va» con la vida de Jesús, quien vivió muy lejos de todos los lujos.

Independientemente de quien sea este nuevo personaje, los alcances que tenga, y la línea con la cual fungirá como el representante de Dios (como al menos sus feligreses lo catalogan) es necesaria una renovación en la Iglesia. Cada vez son menos las personas creyentes, la Iglesia está perdiendo adeptos, existen menos sacerdotes, viven una crisis de credibilidad debido a la pederastía. Muchos pueden entender esa renovación como algo diferente. Algunos piensan en una renovación moderada, otros van mucho más allá y dentro de esta sugieren la aprobación de los matrimonios entre homosexuales e incluso el aborto. Sea como sea, la Iglesia tiene que renovarse, porque muestra cada vez más incompatibilidad con la sociedad actual. En Europa se ven las Iglesias vacías, en México, país tradicionalmente devoto, solo haría falta un cambio de generación para arribar a la situación europea. La Iglesia debe pensar seriamente en como abordar a los jóvenes de hoy, y lo tendrán que hacer de una manera diferente.

Se pueden argumentar muchas razones (sean verdaderas o falsas), que si el desarrollo económico y social hace que la gente tenga menos necesidad de una religión, que si hay una conspiración de la masonería (rival de la Iglesia desde hace mucho tiempo), que la gente se ha vuelto individualista y materialista, que el acceso a más información (que no significa siempre más cultura) hace que la gente encuentre más argumentos para no creer. Se pueden decir muchas cosas, pero la realidad es palpable. La Iglesia debe de adaptarse a la realidad actual (que no significa que modifique o tergiverse sus preceptos), mucha gente tiene un profundo vacío espiritual pero la Iglesia cada vez se ve menos capaz en ofrecer una solución, porque muchos la perciben como antigua, como estancada e incluso como represora o prejuiciosa por sus críticos más acérrimos.

El hecho de que Jorge Bergoglio sea una persona más cercana a la pobreza (o así se presume), que posiblemente la entienda más, y sea desapegada de la vida llena de lujos, puede ser un paso adelante para la Iglesia Católica, en un mundo dónde todos los sistemas (políticos, económicos y hasta religiosos) se han olvidado de los pobres. Será necesario buscar una forma de comunicarse con los jóvenes, y creo yo, reformar la Iglesia. Bergoglio tiene un gran reto, ha entrado al papado en un momento en que la Iglesia se encuentra en una condición crítica.  Sobre lo que se le critica, siendo realistas, no es algo muy diferente a lo que podamos ver en papas pasados. Que Benedicto XVI haya estado en las juventudes nazis no desembocó en una Iglesia más «represora y dura» que antes, así mismo, no creo que el presunto apoyo a la dictadura de Videla vaya a hacer la diferencia en el papado.

Ya si hubiera sido el Cardenal Juan Sandoval Íñiguez el elegido (y seguramente se hubiera hecho llamar Emilio I) podríamos hablar de una tragedia y del fin de la Iglesia, pero no pasa nada. Veremos si Francisco I tiene la capacidad de sacar a la Iglesia de la crisis en la que está.