Exaltación a la mediocridad

Ene 17, 2013

En las elecciones pasadas, tenía una conversación interna. Me decía, sé que hay mexicanos, muchos, con grandes dotes para salir adelante y ¿Dónde están?. Veía a los entonces candidatos y me preguntaba como es que no tenemos algo mucho mejor que eso, los observaba y parecían ser ciudadanos comunes, mediocres, y no mucho más que eso. Incluso décadas atrás en la época del autoritarismo veíamos que muchos presidentes en su vida buscaron aparte del hueso, adquirir conocimiento y habilidades, eran ávidos lectores, estudiosos, ¿Qué está pasando? Esto no ocurre solo a nivel política, ocurre a nivel social totalmente.

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De alguna manera, esta es una continuación de mi artículo, La Mediocracia Mexicana, pero con un matiz un tanto diferente.

Oda a la mediocridad. El número de lectores en México bajó de 56% a 46% en México, paradójicamente en una época donde las nuevas tecnologías nos permiten adquirir a costos más bajos (o incluso gratis) libros electrónicos que pueden ser consumidas en una PC o en una tablet. La gente en búsqueda de lo fácil, de lo cortoplacista. Muchos conocidos míos buscan emprender en aquello que sea fácil y deje mucho dinero aunque sea en el corto plazo. Abundan las empresas piramidales y ofertas que te prometen mucho dinero sin hacer casi nada (claro que casi nunca cumplen). Pareciera que la gente quiere sobrevivir y no quiere esforzarse. La gente está perdiendo la cultura del esfuerzo, de la visión a largo plazo, sin pensar en que ello trae más satisfacciones que lo primero.

Muchos me dirán -Cerebro, no mames, en mi trabajo me hacen quedar tarde y salgo a veces a las 10 de la noche-. No se trata de lo cuantitativo, se trata de lo cualitativo. A esas personas que «trabajan de más» habría que preguntarles que tan bien administran su trabajo, o si se quedan porque «tienen que cumplir». Eso no es esfuerzo, eso es masoquismo. En mi Facebook hay una campaña fuerte en contra de los lunes, cuentan cuantos días faltan para que sea viernes. Lo entiendo en quienes tienen un trabajo que no les gusta (y solo lo entiendo cuando es por necesidad y no por mediocridad), pero muchos dicen estar contentos con su trabajo, hacen lo que decían que querían hacer y están esperando el maldito viernes (y si se combina con la quincena, mejor).

Cuando uno en la vida tiene una visión a largo plazo, cuando quiere algo, termina disfrutando su trabajo. Sí, a veces es cansado y demandante, pero esas fiestas y «saliditas» de los viernes y sábados terminan siendo lo que deberían ser: Un espacio para descansar (y sí, las salidas al bar o a bailar son una forma de descansar también) y atender otros asuntos, pero terminan siendo lo que son, una «evasión de la realidad que implica la tortura laboral».

Parece que mucha gente no quiere progresar, la mass media premia la cultura de la mediocridad, programas de televisión con contenido mediocre que no implica el más mínimo esfuerzo mental, no leer mucho porque es de nerds, no interesarse de temas como las ciencias (naturales, sociales, astronomía bla bla) y sí aspirar a tener una vida mundana de la inmediatez. Como ese trabajo de horas extras, este espíritu mediocre provoca más desgaste en el ser humano, ve al trabajo como una tortura, su desempeño es mediocre, y como es mediocre le requiere más horas de su tiempo para sacarlo adelante.

Que un político no sepa leer y no sepa el nombre de una de las instituciones encargadas de procurar una de sus «promesas más importantes», diga literalmente que Benito Juárez esté vivo y sea cuarentón, que no sepa siquiera hacer bien las cuentas de su presupuesto como candidato y tarde 15 años en terminar su carrera universitaria, todo eso es reflejo de la cultura de la mediocridad. Curioso que lleguen aquellos que parece nunca aspiraron a ser mejores.

El hombre mediocre y autómata es el más promovido en la sociedad actual. Difícil es poder separarse de toda esta dinámica estandarizadora de hombres masa. Y no es fácil porque requiere esfuerzo entenderlo y separarse de ella.