Moreira y la lejanía de la clase política

Oct 5, 2012

Moreira y la lejanía de la clase políticaMuy normal para nosotros de los mexicanos eso de «mover las influencias», decirle al «tío que está en ese puesto» que nos eche la mano y que nos dé preferencia sobre los demás. Muy normal porque todo sale muy bien cuando no somos víctimas del nepotismo, del tráfico de influencias y de preferencias.

Es cierto, la muerte del hijo de Humberto Moreira no es para festejarse. Independientemente del móvil del crimen, seguramente esto está relacionado con el ambiente de corrupción en la que ellos viven. La viuda del occiso Lucero Davis pide la renuncia de Rubén Moreira (hermano de Humberto) y le dice que lo sucedido es culpa suya, dejando entrever algo de los conflictos e intereses que seguramente ha de haber detrás. Es extraño ver la fotografía de aquel personaje que dejó una deuda histórica envuelto en llanto. Algunos dicen que los políticos no deben de llorar en público para no mostrar su flaqueza. A Moreira no le importó, incluso puede lamentar profunda y auténticamente la muerte de su hijo y a la vez ser cínico.

Parece que a nuestra clase política le dolíó mucho este incidente, que es sin lugar a dudas la muerte más polémica desde que Felipe Calderón inició la lucha contra el narcotráfico. Para Moreira la muerte de su hijo es «culpa de la guerra contra el narco», aunque recibió trato preferencial sobre los otros 60,000 muertos (o 50,000 u 80,000 o los que sean): ¿Es usted poderoso, es político, es pariente de Moreira?, si no, ¡Entonces fórmese!. Todo el Gobierno Federal cerró filas ante el suceso y se pusieron a trabajar como nunca lo han hecho con los ciudadanos. Ni Calderón ni García Luna le hablaron a Moreira para decirle que lo sienten, pero que son daños colaterales, y que la muerte de su hijo es signo inevitable de que se está ganando la lucha contra el narco, porque si están enojados es porque van perdiendo.

Humberto Moreira tiene derecho a pedir justicia, pero si fuéramos justos, habrían varias razones para castigarlo también a él. Este cierre de filas nos deja ver que la clase política es un mundo y los ciudadanos somos otro. Y digo, es natural en un país donde a un político le satisfacen sus necesidades otros políticos, y la población solo importa en tiempos de elecciones. Lo que más llama la atención es que servidores públicos panistas como Alejandro Poiré se hayan apresurado a atender el caso. El caso de un político que hubiera sido repudiado por el PAN de antaño, pero que ahora tiene preferencia, es «importante».

Los políticos creen que viven en un mundo aparte, y no solo lo creen, sino que así lo hacen. No cumplen con la función de «servidores públicos» porque la mayoría de ellos se sirven a sí mismos. Preocupa que ni con el poder que tienen logren protegerse a ellos mismos porque de esa forma no podemos esperar que protejan a la ciudadanía. Políticos como los Moreira pretenden gobernarnos, pero ni con sus fuentes de poder logran gobernarse a ellos mismos. Es tanto su apetito que acaban ellos mismos traicionándose, canibalizándose.

No, no se puede hacer un día de luto nacional por la muerte de un hijo de un personaje infame. La muerte se lamenta, pero no tiene razón alguna para ser mediatizada. Y tampoco debería tener todo el entramado político en su mano para hacer «su justicia» cuando el debió haber sido «ajusticiado» por entre muchas otras cosas, la deuda que dejó en Coahuila.