En México no existe la democracia

Ago 7, 2012

Debate político promedio del mexicano (que puede ser visto en Twitter) entre un seguidor de Peña Nieto y otro de López Obrador: -hey, tu eres un resentido social, ustedes no saben aceptar las derrotas, eres un pejezombie y vete a chingar a tu madre-, -¿Yo, pejezombie?, pues ustedes zombienpendejos, jajja imbécil, vete a ver la programación de Televisa-.

En México no existe la democracia

Disculpen el uso de malas palabras, pero creo que es necesario hacerlo para describir lo que quiero dar a entender:

¿México es un país democrático?, la verdad yo no lo creo. No creo en un México con un gobierno democrático en tanto los ciudadanos no hemos logrado adquirir una cultura democrática. Si los mexicanos estamos tan acostumbrados a vivir por encima de las normas jurídicas, éticas y morales, entonces no debemos sorprendernos que un partido se haya robado las elecciones colocando a lo que es la antítesis de un político, que su adversario esté enfermo de poder, y que esos azulitos traten de acomodarse donde más les conviene (tan es así que no se ponen de acuerdo que unos hablan de elecciones compradas y el regreso del autoritarismo de lo peor otros luchan por ponerle a nuestro próximo querido líder Kopetin-Jung-il el gobierno en bandeja de plata con el ACTA). El sistema de partidos es una broma, desde la derecha hasta la izquierda, son parte de una masa única separada totalmente de la ciudadanía, el poder el poder, el pragmatismo sin sentido por encima de la ideología. Yo no sé si un estado democrático votaría por un candidato tan oscuro y tan… como lo es Enrique Peña Nieto, no lo concibo.

A mi juicio estas elecciones estuvieron compradas, posiblemente las del 2006 también (cada una de distinta forma). Y de ninguna manera quiero caer en una actitud maniquea muy propia de una sociedad poca acostumbrada a la tolerancia y al debate como es la mexicana; no por pensar que esto es negro, pienso que AMLO es blanco, más bien es gris, pero un gris muy oscuro. No porque López Obrador sea el perjudicado lo hace bueno, ni el salvador; al igual que todos, no tiene una convicción democrática. Y hablando de maniqueísmo, eso es una de las pruebas contundentes para afirmar que México no es un país democrático. Una sociedad que no puede dejar de pensar en blanco y negro y por lo tanto tiende a etiquetar a las personas como algo, como si todos tuviéramos que estar casados con alguna posición política o X o Y candidato. Es lamentable ver por ejemplo Twitter, donde el que no piensa «como tú» es un pendejo, enajenado de Televisa, pejezombie, mocho conservador. Debido a la poca capacidad de crítica y análisis, hay una generalización, donde si voté por el PRI, o soy ignorante, o soy pendejo o veo telenovelas; si voté por AMLO, entonces soy resentido social, admirador de Hugo Chávez. Como si votar por un partido equivaliera a ser eso que critican de los candidatos, es un absurdo.

Ya se me hacía raro que la «transición democrática del 2000» fuera tan tranquilita; y es que una transición a la democracia debería de doler, y no dolió. Cierto, no se puede negar que hubo algunos avances (más institucionales que otra cosa) con una mayor libertad de expresión y una cierta mayor transparencia heredadas del PAN, pero la clase política sigue igual, se comporta igual, se mueve igual. Por eso es que movimientos como el #YoSoy132 con todos sus defectos y sus riesgos (que yo prefiero que los jóvenes se equivoquen a que no hagan nada), me traen una pequeña brisa de esperanza dentro de este infierno político, de jóvenes que se empiezan a dar cuenta (sobre todo con un candidato que es un insulto para nuestro país) de esta pobredumbre. Poco a poco empiezan a detectar los problemas, y sí, les hará falta profundidad, y sí, alguna de sus soluciones pareciera no ser de las más adecuadas, pero ahí está un primer paso. El #YoSoy132 debe buscar lo que el 68 no fue. 1968 debió ser el año donde comenzara la transición, donde un régimen autoritario pero que hasta antes de ese año había dado resultados en términos económicos (en esas épocas los chinitos nos visitaban para ver como le hacíamos) empezaba a caer y era necesario hacer el cambio (esto equiparándolo con Corea del Sur, que si lo logró hacer).

México es un motín para unos cuantos. El problema no es el estatismo, el socialismo, el neoliberalismo, el liberalismo social; el problema es que bajo todos esos regímenes el problema continúa. En tiempos de Echeverría, los políticos se hacían rico con todas esas «empresas del pueblo»; llegaron los tecnócratas neoliberales, privatizaron, y los monopolios públicos se hicieron privados. Esa «famiglia política» sigue presente y se adapta al entorno, y así seguirá, aún cuando se aprueben «las reformas estructurales que México necesita».

¿Pueden cambiar las cosas? Yo soy positivo y creo que sí, pero va a costar, va a doler, y tendrá que haber sacrificio (no estoy hablando de una revolución con armas). Todo ese historial corruptil, autoritario y paternalista no es genético, es aprendido; hay ejemplos de países que han superado sus propios defectos colectivos. Creo que el primer paso es conciencia, ser conscientes de la situación en la que se está. Falta un cambio de actitud, si queremos democracia, tenemos que ser demócratas todos los días, respetar a aquel que piense diferente, saber que lo natural es que los demás no van a pensar como yo, y en lugar de juzgarlos, podemos intercambiar ideas, debatir. ¡Bienvenida la tolerancia! Tenemos gente que vale la pena, y mucha gente en su vida diaria nos muestra que si se puede. Pero hay que reconocer nuestros defectos como sociedad para lograr salir adelante.

¡Cuidado! tolerar no significa tolerar la corrupción, el autoritarismo, la antidemocracia, o a los políticos que ya anteriormente con sus acciones nos han insultado a todos los mexicanos; porque estos ya perdieron la autoridad moral para sentirse agredidos por millones de mexicanos.