La mediocracia mexicana

Jul 27, 2012

La mediocracia mexicana«Mediocracia» no es un término estrictamente correcto, pero describe bien lo que José Ingenieros en su libro «El Hombre Mediocre» quiso decir, algo así, como el gobierno de los mediocres. Y es que si este término fuera correcto, entonces seríamos una mediocracia y no una democracia. Mediocracia sería algo diametralmente opuesto a la meritocracia (forma de gobierno que se basa en el mérito). Y es que en una democracia plena podríamos pensar que los que ocupan los cargos públicos son los mejores o algo parecido a ellos, los capacitados para tener un puesto. ¿Creen que en México es así? Yo tampoco. Y es que la mediocracia mexicana es algo digno de analizar.

Primero, los puestos públicos son algo así como una forma de hacer negocio sin tener que producir nada, el esfuerzo único que tiene que hacer el candidato es lograr llegar a él, pero una vez ahí, solo busca cumplir con lo mínimo. Lo peor es que muchas de las personas que aspiran a estos puestos no están preparados para tomar el puesto, de pronto vemos a un médico (que nunca en su vida ha dado clases) en un puesto educativo, a un licenciado X en alguna secretaría de cultura. Es la realidad, los puestos públicos son vistos como una forma para enriquecerse a costa del erario, y estos puestos son atractivos porque implica más ingresos con un menor esfuerzo que trabajar en el sector privado. Y es que el sueldo solo se justificaría si el «servidor» pública tiene una vocación de servicio, de hacer algo por la sociedad o el país. En México esto es la excepción y no la regla.

Quien llega a competir por puestos más fuertes (diputaciones, senadurías o hasta presidencias) no es necesariamente el mejor, o al menos el que tiene una mayor vocación de servicio; es aquel que sabe «como moverse» en el pantanoso mundo de la política. Y no es que sea malo «moverse», de hecho es necesario, pero esto debe de estar supeditado a las capacidades y los deseos de servir de aquella persona. Veamos los candidatos presidenciales, ¿ustedes creen que esos tres adefecios de los cuales tuvimos que votar por uno, son lo mejor que puede ofrecer el país?, la verdad que no, incluso dentro de los tres partidos había gente mucho más valiosa y preparada.

Navegamos ahora un poco a la iniciativa privada, ciertamente aquí es más difícil mantener un estándar de mediocridad, porque bajo esta, la competencia tanto nacional e internacional te «termina comiendo»; pero aún así, en las grandes empresas se repite un poco el patrón. Los millonarios mexicanos no son aquellos que han innovado más, ni necesariamente son los que ofrecen los mejores productos; son aquellos que saben jugar con el poder, con los intereses, quienes incluso legislan sin que les competa; son aquellos que están por encima del poder político, son aquellos que saben como ser «cabrones». Y por eso se explican las prácticas monopólicas que existen en México. Ellos son una extensión de la política, al punto que medios de comunicación son los que colocan presidentes jugando con las instituciones incipientemente democráticas.

La mediocracia es una de las razones de más peso por las cuales México no avanza. Cuando esto cambie por una cultura del servicio, de la sana competencia, seguramente veremos otro país. Y es que la vocación de servicio podría ser mucho mejor; digo, en Suecia, los diputados duermen en departamentos y se lavan su propia ropa. Mientras aquí si alguien habla de reducir sueldos de los «servidores» públicos lo tachan de populista aunque esto ocurra en países como Francia, Uruguay o Brasil (y no lo digo necesariamente por AMLO y sus cuentas que no cuadran). A la hora que se deje de premiar la mediocridad y la cultura del mínimo esfuerzo, seguramente veremos un país mejor.