Del caudillismo al racionalismo, por una nueva izquierda

Jul 18, 2012

Del caudillismo al racionalismo, por una nueva izquierdaSeguramente López Obrador pasará a estar en los libros de historia décadas después a pesar de no haber llegado a la presidencia, generalmente la historia es benevolente con los luchadores sociales. También será benevolente porque al no estar presente, ya no existiría ese miedo que genera en algunos, y al no existir dicho miedo, la gente abordará su figura de otra forma (no toda la población claro). Pongo un ejemplo, Emiliano Zapata. La historia lo ha juzgado positivamente, a un punto en que ha inspirado movimientos contemporaneos (el EZLN), si le preguntas a la mayoría de la gente sobre Zapata, te dará una respuesta positiva de él. Pero si lo traes a la actualidad y lo haces candidato, seguramente será aplastado por los medios, los empresarios, algunos intelectuales; más porque Zapata es un hombre de armas tomar.

Pero independientemente de este beneficio que recibirá López Obrador de la historia, no significa que sea el político que deba tener México. Naturalmente tiene un historial de luchador social, pero el mundo no se cambia con buenas intenciones, y menos cuando un personaje se aclama una superioridad moral la cual es difícil de sustentar. Ciertamente AMLO es menos corrupto que el político promedio, pero tampoco es una persona totalmente limpia, ciertamente tiene el mejor diagnóstico de los problemas del país, pero su receta es malita, y a veces también peca de incongruente, sobre todo con su relación con Carlos Slim. Ciertamente tiene una vocación para mejorar al país, pero al no controlar dichos impulsos y al dejarse llevar por ellos, se transforma en una megalomanía, que deja rastros caudillistas y redentoristas. Y esto podría resultar contraproducente, porque a la hora de querer «cambiar las cosas» podría caer en la necedad de querer cambiarlas a su manera.

Los cambios no siempre son benéficos (aunque sean bien intencionados), por lo cual es importante tener líderes capaces que tengan dominio de sí mismos, y donde predomine el uso de la razón. Al haber un cambio, se configura una nueva estructura (no necesariamente se deshace de la anterior, donde se debería procurar conservar las cosas buenas) y para que esta estructura crezca sanamente, se necesita mucha inteligencia y prudencia, si no la hay, crecerá viciada y de esta forma el «cambio» habrá sido en vano. Es aquí donde me pregunto si López Obrador tendría la capacidad de liderar un cambio y aquí es donde tengo mis reservas. Precisamente por ese espíritu caudillista que emana. Que aclaro, no significa que en automático las cosas saldrían mal, podrían salir bien o mal (y dependería de él), podría sorprendernos y convertirse en el Humala, en el Miterrand mexicano (algunos de ellos fueron considerados caudillos y al llegar al poder fueron más pragmáticos), o por el otro lado, podría poner en jaque al país, este riesgo es el que muchos mexicanos no quieren asumir (yo voté por él, porque prefiero el riesgo a la seguridad de que con Peña nos irá mal).

Pero creo que las izquierdas deben de dar el paso al racionalismo, de la figura predominante donde existe un líder y luego lo demás, a un estadista, alguien que logre cambiar las cosas de una forma efectiva y acertada, y creo ver a un Ebrard o un Mancera en esa necesaria posición. No es que el liderazgo no deba existir, por el contrario, pero este no debe de llegar de un redentorismo donde «el líder hará todo, el líder es el que tiene toda la autoridad moral». Se necesita más bien gente capaz, que gente que despierte emociones. Aunque en una sociedad racional y preparada un político capaz por consecuencia debería despertar emociones. Claro está que muchas de las políticas de AMLO son consideradas populistas, y en realidad no lo son tanto, un claro ejemplo lo vemos en el Presidente de Francia François Hollande,

Esta diferencia que comento la noto entre López Obrador y el también izquierdista Enrique Alfaro, ex candidato a Gobernador por el Estado de Jalisco. Los dos impugnaron las elecciones y buscan la anulación de la elección (y con razón). Los dos generan esperanza en la sociedad, pero a Alfaro se le ve como un estadista moderado, y a AMLO como estadista más o menos y moderado no. Esto se nota en el discurso de cada uno, a pesar de que buscan el mismo objetivo. Alfaro es un líder, más no es un redentor.

La izquierda deberá hacer esta transición, más que cada vez aparecen políticos interesantes que en un futuro podrían liderar al país. Por esto, creo que el PRD deberá apostar por sangre nueva. Todos los partidos de izquierda en el mundo ahora considerados moderados han dado este tipo de transición, el PRD tiene que dar en este caso una transición de una izquierda dura (más bien revolucionaria y con aroma a viejo PRI) a una izquierda moderna, que digo, acá en México por más moderna que sea, creo que algunos la querrán ver como peligrosa, porque digo, si un candidato propone políticas como el francés Hollande, seguramente será visto como no sé, dictador venezolano.