El quinto poder

May 31, 2012

El quinto poder¿Por qué el video realizado por el PRI contando su versión sobre la visita realizada por Enrique Peña Nieto a la Ibero causó tanto revuelo? Porque los videos difundidos por los mismos estudiantes, en el momento en que estaban ocurriendo, sumados a los comentarios que dominaban los trending topics en Twitter, habían mostrado una realidad distinta, y de esta forma, el video representaba el colmo del cinismo; la prueba descarada de la forma como pretenden engañar a la sociedad, la cual jamás hubiera podido ser desenmascarada sin la acción de las redes sociales.

Hubo un momento en el que los medios masivos de comunicación tenían el poder de poner o quitar a los políticos de las preferencias de la población. Michael Moore y Al Gore expusieron la influencia que tuvieron los mismos en las elecciones de 2000, sugiriendo que hubo fraude en éstas, pero que fue disimulado por la forma en que los noticieros mostraron la información. En pocas palabras: si todos los medios lo decían, entonces tenía que ser verdad, ¿cierto?

Desgraciadamente, la poderosa influencia que representan los medios de comunicación ha sido aprovechada por los grupos políticos para dirigir la opinión de la ciudadanía a su favor, o en contra de algún personaje en especial. Recordemos la campaña de 2006 en contra de Andrés Manuel López Obrador, que lo presentaba como “un peligro para México”; actualmente, todavía hay quienes le niegan su voto utilizando esa misma frase. No cabe duda de que, hasta la década pasada, los trending topics eran impuestos por los medios informativos. Hasta la década pasada.

La descentralización de la información y las opiniones, que ha sido posible gracias a las redes sociales, ha cambiado esa tendencia. Sitios electrónicos como Facebook, Twitter o YouTube, se han convertido en verdaderos foros de difusión, discusión y organización. Mayoritariamente, la gente joven ha utilizado este novedoso medio para inconformarse e incluso levantarse en contra de poderosos y estoicos regímenes como el de Egipto, el cual cayó hace poco más de un año gracias a un movimiento que surgió en una página de Facebook. Durante la primavera árabe, la gente logró comunicarle al mundo lo que estaba ocurriendo mediante el internet, posteando en su estado, twiteando, subiendo fotos y videos, dando a conocer al mundo lo que muchos corresponsales de noticias no pudieron, incluso a pesar del cerco electrónico que se impuso a su alrededor: su propio punto de vista, libre de intereses comerciales, de lo que estaban viviendo.

Es esto lo que ofrecen las redes sociales, la posibilidad de que las personas compartan su realidad con otras, eludiendo así el sesgo informativo de algunos medios masivos de comunicación, que permiten que un lado de la realidad permanezca invisible, oscura o desprestigiada. Informándose y –por qué no– desinformándose según sus propias vivencias, opiniones y ocurrencias, así como también organizándose y convocándose para manifestaciones masivas como las que hemos atestiguado en el mundo entero.

No es casualidad que haya sido después de la primavera árabe, el movimiento de los indignados y los de Occupy, de Anonymous y Wikileaks, que se hayan presentado iniciativas en los Congresos de diferentes países –siendo las más reconocidas las de Estados Unidos– para controlar el internet y ser capaces de investigar y censurar a ectivistas (activistas electrónicos). Propuestas como CISPA, SOPA y PIPA de repente se convirtieron en una prioridad para legisladores en todo el mundo occidentalizado, que tuvo que utilizar excusas legalistas, como los derechos de autor, para controlar un medio sin incurrir en violaciones a la libertad de expresión. Con esto no quiero decir que esté a favor de la piratería, sólo que considero extraño que repentinamente el interés por evitarla se haya hecho tan urgente, mientras el mundo vive una revolución social con la red como punto focal.

México se sumó recientemente a esta revolución, la cual no acaba de tomar una forma definida en el contexto político del país. Fue en un principio en contra de Enrique Peña Nieto, y quiso ser utilizada por intereses políticos sin mucho éxito, y aunque es innegable que la mayoría de los que se han manifestado a favor del movimiento #YoSoy132 han mostrado una simpatía por López Obrador, no pareciera ser la promoción de su imagen su principal objetivo, sino la transparencia en el manejo político de México, y en los medios masivos de comunicación.

La juventud del país parece haber explotado de pronto con este movimiento, haciéndose presente para reclamar su derecho a un futuro posible, para exigir la devolución de la soberanía al pueblo de mano de los poderosos, para indignarse ante el engaño de las televisoras, tan burdo que resulta ofensivo. Los y las jóvenes mexicanas nos han sorprendido con su fuerza y su interés por el acontecer del país, demostrándonos que el cuarto poder, representado por los medios de comunicación, ha sido complementado por el que recién se denomina el quinto poder, el de las redes sociales, que se ha constituido en un canal que permite la objetivización de la información, facilitando que la gente pueda tener a la mano diferentes versiones de lo ocurrido para ayudarse a formar un criterio, haciendo difícil que algunos medios que acostumbran vender su línea editorial triunfen en su intención de engañar a la sociedad.