México, entre la acción y el autoritarismo

May 15, 2012

México, entre la acción y el autoritarismoHe venido diciendo que desde hace algún tiempo algunos sectores de la sociedad mexicana han ido despertando de su letargo, se ha visto un mayor activismo entre estos sectores que generalmente están compuestos por jóvenes. Esto podría encausar a un cambio de una democracia representativa (ya de por sí nuestra democracia es incipiente) a una democracia participativa. Por esto es que el 2012 es un año crucial, porque México tendrá que elegir entre la acción y el autoritarismo, se verá de que están hechas estas nuevas generaciones que deciden desepertar. Hay otra parte que quiere regresar al autoritarismo, o si no lo quieren, es displicente, o bien, están promoviendo su regreso bajo engaño creyendo las promesas de un «México mejor», o bajo la apariencia de un fenómeno mediático que atrae a masas que generalmente no se involucran en el quehacer político y siguen pensando en que el gobierno debe de resolverle sus problemas sin tener ellos también responsabilidad en la mejora de su entorno.

Aunque quiero aclarar, la sociedad no habrá tomado necesariamente la decisión final al llegar el primero de Julio. Incluso, con la probable llegada de Peña Nieto al poder, se verá si este despertar ciudadano es lo suficientemente fuerte para poder contrarrestar un gobierno que se ve a todas luces autoritario. Lo sucedido en la Ibero, las marchas programadas en contra de Peña Nieto por supuesto que son una muestra de que la gente ya está dispuesta a salir a las calles para protestar contra aquellos políticos que tienen como fin último mejorar al país, y es un primer paso; sobre todo porque muestra una mayor autonomía de estos sectores de la ciudadanía. Los priístas están preocupados por el hecho de que al llegar a la presidencia tendrán una fuerte animadversión por parte de un gran sector de la sociedad, y es que no la hayan tenido en épocas anteriores; sino que antes solo se criticaba a los candidatos en la sobremesa o en las reuniones con los amigos o parientes (con algunas excepciones). La juventud de hoy no está dispuesta a quedarse con los brazos cruzados, y la instauración de un régimen autoritario se antoja un tanto más difícil.

No solo es el hecho de que las nuevas generaciones son más activas en el quehacer público que sus antepasados, sino que herramientas como Internet, las redes sociales y los dispositivos móviles ayudan a estos jóvenes a organizarse en un medio donde el gobierno no puede hacer casi nada. Incluso creo que la llegada del régimen autoritario o como Vargas Llosa le llamaba «la dictadura perfecta», podrá ser un parteaguas para que ese activismo pueda crecer, más cuando sabemos que nuestro país es una olla de presión a punto de explotar en cualquier momento. Probablemente los jóvenes no acepten de ningún motivo alguna tentación autoritaria y harán todo lo posible para defender lo que se había ganado y lo que no se ha ganado pero se puede obtener.

Creo que deberíamos estar ciegos si pensamos que el PRI pretende ser un partido democrático en Los Pinos, hace poco, el diputado federal del PRI, Arturo Zamora Jiménez, propuso la iniciativa de enviar a la cárcel a aquellas personas que calumnien a políticos. Yo mismo tuve la oportunidad de hablar con Twitter hace algunos días sobre esta situación con el diputado, a lo cual respondió, les muestro la conversación:

 

 

 

 

Arturo Zamora habla de sancionar con cárcel no las críticas, sino las calumnias, pero a pesar que dice que el Derecho se encargará de cuidar las definiciones, sabemos que todos los políticos y en especial los de su partido, son especialistas en tergiversar las definiciones y podrían usar esto como un arma en contra de la disidencia. Dice también que el daño que provocan las calumnias es irreparable, aunque no estoy totalmente de acuerdo. A los políticos que la colectividad mexicana desprecia son aquellos que efectivamente han estado dentro de actos de corrupción, intereses y demás actividades que perjudican al país. Esta ley tiene un claro objetivo, y es blindar todavía más a Peña Nieto y a su dirigencia cuando lleguen más al poder, porque con esta ley, no muchos se animarán a criticar; tan fácil como que el gobierno presente contrarréplicas que son falsas (como lo han venido haciendo desde la campaña) y bajo estas argumentar que el hipotético presidente ha sido calumniado para encerrar a periodistas y a críticos.

Es por todo esto que la sociedad debe jugar un papel muy importante. Por más rápido lo haga, los costos serán menores; si la sociedad tarda podríamos ver fenómenos incluso más violentos como algo parecido a lo que sucedió en Egipto con la primavera árabe. Ahora más que nunca debemos darnos cuenta del papel que debemos jugar nosotros. Ciertamente no existe un candidato idoneo para gobernar en el país, pero si a mi parecer existe una distancia (para mal) entre Enrique Peña Nieto, y los dos contrincantes, Andrés Manuel López Obrador y Josefina Vázquez Mota. Votar por uno de estos dos últimos no resolverá a fondo de ninguna manera los problemas del país, pero al menos existirán las condiciones para que la sociedad pueda irse involucrando más en el quehacer público sin temor a que los participantes puedan ser reprimidos o encarcelados. Es decir, la idea será tener un mandatario que al menos tenga el barco a flote mientras los ciudadanos tomamos acción y logramos poner nuestro grano de arena para que este país pueda salir adelante.

Una última acotación que quería hacer, que tal vez va un poco fuera de este tema, y es con la visión de López Obrador sobre «La Mafia». El diagnóstico del «Peje» es correcto, eso no se niega, hay grupos de interés (o élites) que quieren imponer a su candidato y mantener sus privilegios a costa de lo que sea, los cuales por supuesto estorban en el propósito de consolidar la democracia en México. Pero se equivoca al hacer la dicotomía entre malos y buenos. Porque el comportamiento de estas élites (las cuales son corruptas y corrompen a la vez) es generada por la idiosincrasia y la cultura mexicana que todos heredamos, es decir, no es un problema solo de ellos, es un problema nuestro. Y la mayoría de la sociedad me atrevo a decir, se comporta como ellos, nada más que el impacto que tienen sus actos son mínimos al tener menos recursos y por ende, menos poder (aunque si los conjuntamos, vemos que si hay un fuerte impacto). Posiblemente si se «acaba» con Televisa, llegará otra cadena que con el tiempo hará el mismo «trabajo sucio». Y el problema pasa no por acusar a las élites de todo, sino por una reingeniería social, donde nos demos cuenta que estamos haciendo algo mal y tenemos que empezar a cambiar. Es un trabajo duro, y a veces lamentablemente se necesitan de golpes duros para que la sociedad se concientize, como pasó con el Chile de Pinochet.