En política las formas importan más que el fondo

Abr 16, 2012

En política las formas importan más que el fondoCuando la gente criticó la pifia de los 3 libros de Enrique Peña Nieto, señalaron algo que ciertamente era preocupante ver en un candidato, porque se asomaba un problema de fondo; pero también es cierto que muchos de los que hicieron esas críticas se burlaron de la «pifia» y ni siquiera se fijaron en dicho transfondo. Se burlaron porque se equivocó. Luego llueven críticas sobre Josefina Vázquez Mota al decir que «fortalecería el lavado de dinero» en lo que a todas luces fue un lapsus. Tal vez con López Obrador eso no ha sucedido porque se ha cuidado demasiado. Lo peor del caso es que esos «lapsus y errores» terminan costando puntos en la intención de voto. Los candidatos se tienen que ir con mucho cuidado porque poner una «c» donde va una «s» podría marcar diferencia en el resultado final.

Me pregunto, si todas las personas que critican las «pifias» de los candidatos conocen las propuestas. No se si sepan la estrategia para apuntalar el mercado interno de Josefina Vázquez Mota, que Enrique Peña Nieto quiere establecer un sistema de bienestar universal, o que Andrés Manuel López Obrador propone democratizar los medios de comunicación y crear más competencia. Lo curioso es que estas propuestas no parecen importar mucho porque al menos en México, en política las formas importan más que el fondo. Las propuestas quedan en un segundo término cuando se trata de contender por la Presidencia, y lo peor es que al menos desde que tengo edad para votar, las propuestas no son las que han llevado a un candidato a la silla presidencial. En el 2000 la gente votó por Fox porque querían un cambio, en el 2006 votaron por Felipe Calderón por el miedo a la llegada de López Obrador, y si las tendencias no cambian radicalmente, Enrique Peña Nieto llegará por la impecable campaña publicitaria y mediática que tiene detrás de él.

El hecho de que la gente se preocupe más por las formas que por el fondo, es lo que hace que tengamos un nivel de campaña muy bajo. Los políticos no pueden improvisar so pretexto de tener más posibilidades de errar, entonces los guiones escritos funcionan mejor aunque no digan nada (esto es notorio con Josefina y con Peña Nieto). Cuando a Josefina la dejan ser, se vuelve una mujer más atractiva, pero sus asesores para evitar caer en riesgos le recomiendan usar una oratoria tal (tan acartonada digna de usarse como somnífero) que Josefina deja de ser ella. Esto naturalmente vuelve a la campaña no solamente menos atractiva, sino que limita el flujo de información para que la gente conozca las propuestas. Porque incluso cuando las presentan, se tienen que cuidar en «como lo dicen», porque cualquier confusión podría terminar con la candidatura de un político. La política no es realidad, es percepción.

En México nos hace mucha falta madurez política. La gran mayoría de la sociedad (y no solo la gente pobre, sino mucha con altos ingresos) no tiene conocimientos básicos sobre la política, un claro ejemplo es el estudio de Excelsior que hizo un estudio donde llegó a la conclusión que los afiliados al PRI eran los más conservadores, mientras que el PAN y el PRD se encontraban casi en el mismo punto (cosa que no tiene que ver con las ideologías del partido). La gente dice odiar la política, pero no solo lo dicen por la baja calidad que esta tiene, sino que para interesarse en ella es necesario «pensar», y caemos en un círculo vicioso, porque los politicos hacen campaña asumiendo que la gente sabe poco de política, y entonces las formas son las que terminan pesando.

Muchos me tacharán de antidemocrático o elitista pero creo que se debería implementar una licencia para votar. Aunque si ven en el fondo no tiene nada de estas dos cosas. Por ejemplo, asumimos que todos tenemos derecho a manejar, simplemente para hacerlo tenemos que cumplir con ciertos requisitos; yo no he conocido a nadie que diga que por pedir licencias de conducir se esté atacando a la democracia. Tampoco es elitista, la gente más ignorante no siempre es la más pobre, y al igual que para tramitar la licencia de conducir se podría tomar un curso de política básica, para después aprobar un exámen (estos serían creados por un organismo autónomo sin tendencia política alguna). Dirán que la gente pobre no puede ir a esos cursos, pero si pueden ir por su credencial de votar, podrían tomar en un fin de semana un curso de 6 horas por ejemplo. Así al menos se reduciría el índice de gente que vota de manera irresponsable.

Mientras la ciudadanía no madure políticamente, seguiremos teniendo este tipo de políticos y este tipo de campañas. Si las campañas telenoveleras o las guerras sucias (o amorosas) son más redituables que usar como eje de campaña las propuestas, es que estamos en un problema, y eso explica por qué nuestra democracia no ha terminado de cuajar.