Felipe Calderón, el presidente del olvido

Ene 10, 2011

Ahora si, izquierdistas, pejistas y opositodos, podrán estar contentos con Cerebro, porque ahora si estoy decidido a criticar tajantemente el desempeño del Honorable y Altísimo Presidente de la República Mexicana, Felipe Calderón (ya fué mucho de criticar a López Obrador ¿no?). No se, ya me cansé, ya estoy hasta el hastío de tener a este tipejo como presidente. Recuerdo que cuando dijeron que si AMLO ganaba la presidencia el país iba a ser un caos, que iba a haber crisis, inseguridad y no se cuantas cosas más. ¿Como está el país ahora?, es un caos, hay crisis, inseguridad y no se cuantas cosas más.El país está patas para arriba.

En el 2006 yo voté por el PAN, fué difícil la elección entre Calderón y AMLO porque ninguno de los dos me inspiraba mucha confianza, pero pues decidí hacer lo que siempre hacía en esos entonces (y que será la última vez), votar por el PAN. No tenía muchas esperanzas sobre Felipe Calderón, pero al menos confiaba en que lo iba a dejar como estaba, que iba a haber al menos estabilidad económica (aunque digamos que tampoco lo ha manejado tan mal en este rubro, pensando en que vino una crisis de afuera); y siendo sinceros opté por el continuismo que por el riesgo que representaba votar por Andrés Manuel López Obrador.

Demagogia y populismo de derechas.

Felipe Calderón es un demagogo, es un presidente que nos prometió empleo, nos dijo que iba a eliminar la tenencia e iba a simplificar el pago de los impuestos. Ahora después de 4 años de gestión, ha hecho todo lo contrario. El desempleo está a la alza y a pesar de que ha habido una recuperación en este rubro después de la crisis del 2008 no se han recuperado todos los empleos perdidos, la tenencia ahí sigue, y solo la han logrado eliminar en dos estados pero por iniciativa de los gobernadores estatales (sin más no recuerdo fué el PRI de Querétaro y el PAN de Sinaloa), el pago de los impuestos es cada vez más difícil, inventaron eso de las declaraciones mensuales que es un dolor de cabeza, se sacaron de la manga el IETU lo cual complica mucho más el pago de los impuestos.

No es mesiánico como López Obrador que se cree un bajado del cielo para rescatar a los pobres de la oligarquía maligna, pero de cierta forma Felipe Calderón se ha comportado como un populista también, digamos que es un populista pragmático. Al llegar a la presidencia, una de las primeras cosas que hizo fué entregar cheques a las familias pobres, también entregó lavadoras. O que decir del programa Oportunidades que es un programa asistencialista pero que no elimina la pobreza a largo plazo, es como «dar pescado y no enseñar a pescar». Se me hace raro que el Banco Mundial hable bien de ese programa, cuando en realidad solo sirve para contener la pobreza y evitar que las clases bajas se rebelen.

Una vez había mencionado las formas en que las diferentes corrientes políticas mantienen a un electorado cautivo, la izquierda lo hace dando de comer y manteniendo gente, y la derecha lo hace apelando al miedo, la protección y la seguridad. La derecha generalmente gobierna para quienes tienen dinero (clases medias y altas),y que son quienes buscan un lugar estable y seguro donde vivir. Eso lo sabe muy bien Felipe Calderón y lo ha sabido utilizar bien (en lo demagógico) pero sin ningún éxito. A pesar de ser un fracaso, todavía muchos lo apoyan en la guerra contra el narco, y por más inseguro se vuelve el país a raíz de la misma guerra perdida, sienten que necesitan la mano dura del gobierno. Ese pues, es el populismo de derechas, y cuando la situación se vuelve incontrolable la gente termina por aceptar un mandato autoritario que les satisfaga sus necesidades (como también ocurre con los gobiernos populistas de izquierda). No por nada menos del 30% de los mexicanos está contento con la democracia.

La guerra perdida contra el narco.

No estoy en contra de que el gobierno combata al narcotráfico, pero si estoy en contra de que lo haga sin pies ni cabeza, y eso ha sido lo que ha hecho Felipe Calderón. En una guerra sensata, el mandatario hubiera empezado por utilizar a los servicios de inteligencia para rastrear a los capos y debilitarlos antes de emprender una guerra abierta contra los cárteles. Calderón (probablemente para legitimarse ante el pueblo después de unas elecciones por demás dudosas) decidió gritar a los cuatro vientos que iba a combatir al narcotráfico, utilizó todo el aparato mediático, y ¿que pasó?. Pues les dió margen de maniobra a los narcotraficantes, y si bien ha logrado incomodarlos, ha estado muy lejos de ganarles la batalla. Ya los narcotraficantes no solo pasan la droga a los Estados Unidos, sino que han encontrado cada vez más mercado en el mismo país.

Llama también la atención que solo una pequeñísima minoría de los detenidos son del cartel del Chapo Guzmán, narcotraficante que salió sin ningún problema del penal de Puente Grande cuando gobernaba Vicente Fox. De hecho hay quienes han fotografiado al Chapo Guzmán paseándose por la playa en una cuatrimoto sin que nadie le haga nada ni lo detenga. No es raro que por eso la revista Forbes lo ponga como uno de los más ricos del mundo, como una forma para jalarle las orejas al presidente por su displicencia para con el cartel del Chapo Guzmán. ¿Habrá un pacto?. No lo sé, pero si hay algo raro por ahí.

Su legitimidad en duda.

No son pocos los que se atreven a decir que Felipe Calderón no ganó las elecciones. Ante el nervio que sentía la iniciativa privada de que fuera a ganar AMLO, inclinaron su balanza a favor de Felipe Calderón y los principales magnates oligárquicos (esos que no pagan impuestos) decidieron apostarle al proyecto del PAN (Madrazo era inviable porque estaba abajo en las encuestas) y movieron mar y tierra con tal de que López Obrador no ganaran las elecciones. Calderón cometió un gravísimo error que le costó un grave deterioro a la educación del país, se alió con Elba Esther Gordillo la cual le entregó los votos de los maestros del SNTE. Con eso se acercaba más a López Obrador, pero había que hacer más.

Felipe Calderón ganó en un ambiente enrarecido, Javier Alatorre del noticiario Hechos repetía incesantemente que no podía adelantar los resultados preliminares para evitar cualquier descontento y porque estabamos en una democracia (repetía «democracia» hasta el cansancio, lo que me recuerda la máxima de Goebbels que dice que una mentira repetida mil veces se convierte en verdad) y lo mismo haría López Dóriga en Televisa. La forma en que fueron llegando los resultados fué muy confusa; matemáticos de la UNAM afirmaban que había anomalías, que algo no estaba bien y que había una manipulación en los resultados. López Obrador no aceptó el resultado y solicitó que se contara voto por voto. El TRIFE dictaminó que solo se podían contar aproximadamente el 10% de las casillas, Ugalde decía que López Obrador solicitó el recuento de solo esas casillas, lo cual el siempre ha desmentido. Lo curioso fué que en el recuento la brecha entre AMLO y Calderón se acortó, efectivamente había irregularidades bastante notables en esas casillas. Si se hubieran contado todas las casillas y hubiera sido la misma constante de irregularidades que se mostró en ese 10%, AMLO hubiera ganado la elección.

Felipe Calderón siempre tiene que asistir a todos los eventos con un fuerte dispositivo de seguridad, en gran medida por la lucha que está emprendiendo contra el narcotráfico, pero seguramente también porque sabe que su legitimidad está en duda por casi la mitad de la población y no quiere correr ningún riesgo. Calderón es el primer presidente que no se presenta a dar el informe en la Cámara de Diputados, como debería ser. Su informe termina siendo un evento privado donde van solo las personas cercanas a él. ¿Qué sería de Felipe Calderón si se presentara en la Cámara y viera a los ojos a los opositores que dicen que se robó la elección?. Yo a eso le llamo «falta de güevos».

La negación al cambio.

Los panistas nos prometieron el cambio, nos prometieron un México mejor, nos prometieron que nos podíamos olvidar del priato autoritario. Pero ni con Fox ni con Calderón ha sucedido así. Como ya lo había afirmado antes, Calderón lo primero que hizo fué aliarse con lo peor que dejó la dictadura encubierta del PRI: Elba Esther Gordillo. Y no solo eso, en el primer trienio, Calderón cogobernó con el PRI. Las facciones priístas y panistas se aliaron para sacar adelante las reformas, como la polémica ley del ISSSTE, el invento ese del IETU y el aumento a los impuestos. Después de las elecciones del 2009 el PAN y el PRD se debilitaron en la Cámara de Diputados y ese romance PAN-PRI se terminó.

Calderón solo ha hecho una sola acción para acabar con los poderes monopólicos que dirigen al país: Liquidar a Luz y Fuerza del Centro. Pero no se ha atrevido a tocar al SNTE, al sindicato de Pemex, y mucho menos a los monopolios privados, lo más que ha hecho fué pedirles que pagaran sus impuestos, pero eso gracias a que Fernández Noroña y el PT publicaron un listado de Hacienda donde se mencionaba cuanto pagaban en realidad las grandes empresas.

No tiene un plan de desarrollo.

Una de las pocas cosas que reconozco del PRI de antaño es que tenían un plan de desarrollo a largo plazo. Al menos así lo hicieron desde Lázaro Cárdenas hasta López Mateos (antes de que se empezara a desgastar) y funcionaba, había crecimiento y había estabilidad. Con López Portillo eso se perdió por el despilfarro de dinero debido a los yacimientos de petroleo que descubrió y de la Madrid se encargó de enmendar los errores, es más con Salinas y Zedillo hubo un plan de desarrollo (que estuviera mal hecho es otra cosa). Pero con Calderón no hay nada, el país no apunta a ninguna parte. A 4 años de su gestión todavía no sabemos como le va a hacer para sacar adelante a este país. Se ha concentrado tanto en el narco que se le ha olvidado todo lo demás. El gobierno de Felipe Calderón es como un adulto que todavía no sabe que quiere hacer de su vida.

Se ha quedado solo.

Felipe Calderón se ha quedado solo, ya está más preocupado en la siguiente elección presidencial que en su propio trabajo como presidente. Ya no tiene margen de maniobra en la Cámara de Diputados a raíz de la derrota en las elecciones intermedias, y todos los sectores se han distanciado de él. Ya no tiene el apoyo de los empresarios. Los medios de comunicación le han dado la espalda y ahora es un deporte nacional criticarlo. Las televisoras nos presentan el «México negro de Calderón», pero no porque nos deseén mostrar la verdad, sino porque ahora la apuesta es Enrique Peña Nieto y les quieren hacer creer a la gente que el regreso al PRI es la mejor opción a todos sus problemas.

Calderón se ha vuelto un títere de los intereses de la élite, pero ya ni estos le hacen caso. Calderón se ha vuelto un mal chiste, un presidente presente y austente a la vez.

Si algo quisiera ver, sería un debate entre Felipe Calderón y Gerardo Fernández Noroña. Pero Calderón no tiene los pantalones para enfrentar a aquellos que dudan de su legitimidad.